Finca Sarita y esas pequeñas cosas que importan


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Finca Sarita y esas pequeñas cosas que importanEn las tres semanas que hemos pasado en Finca Sarita han sucedido algunas de esas pequeñas cosas que son tan importantes. Nuestro adiós de este lugar bien merece una fiesta de despedida.

Nos vamos con la panza llena de gustosos platos caseros, puros manjares del Ecuador manabita que la Señora Mercedes nos cocinaba con su sazón: panes de yuca, arepas de maiz con queso, achochas rellenas, pollo en su jugo, viche de pescado, verde (plátano) con salmienta, chivo asado, frejoles, arroz, sopa y, ejem, más arroz, y más sopa. Y para beber, jugos de maracuyá, guanábana, piña o naranja, y tés de albahaca, gengibre u hojas de canela. Ah! y ese chocolate rico. Nos perdemos la temporada del mango, pero preferimos no recordar esa desgraciada circunstancia.

Celebramos el cumpleaños de Susagna cocinando con los niños una pizza casera de camarones de río al horno de leña y una coca de yogour con panela. Compartimos esos y otros momentos con Salomé, una viajera gallega que nos acompañó unos días dejando  su  impronta alegre en Finca Sarita.

Esperamos que nuestra marcha no suponga un trauma para los perros Túmbalo y Mátalo. Sólo hay que ver lo contentos que se ponían cuando nos veían entrar. Los niños de Finca Sarita nos dijeron que a sus próximos dos perros los querían llamar respectivamente Ásalo y Cómetelo y me temo que hablan en serio.

Cuando llegamos la chancha estaba embarazada. Hace cuatro dias que parió la chancha seis lindisimos chanchitos. Al mirarlos sentimos una incómoda sensación al recordar aquella vez que comimos cochinillo en un restaurante-mesón castellano.

Regalamos dos argumentos para una película de terror psicológico basado en hechos reales: dormir una noche entera con mosquitera pero con un mosquito dentro. Y otro: de las seis gallinas blancas que había ninguna quedó, misteriosamente aparecieron un mediodia degolladas y desplumadas en una cazuela de barro

Finca Sarita y esas pequeñas cosas que importan

Para animaladas, las de Lluna, una experta en encontrar grasiosos hasta los sapitos que le salían al paso por la noche. Esa araña " quiero cogerla" y antes del zarpazo pregunta "¿pica?" Si la respuesta es negativa acerca su manita para poder atrapar al animalito, un cuye, un pato, un lindo gatito, una arañita, una rana, un gusano, una mariposa o un escarabajo. Y por si no hay suficiente por los alrededores de Finca Sarita abundan los caballos, vacas, ocas y más gallinas...

¿Quien dijo que los gallos solo cantan al alba? Durante buena parte de la noche escuchamos los cantos de los gallos. Unos de la finca y otros más lejanos entonaban sus cantos para responderse como una eco en la oscuridad. Es como una especie de telégrafo avícola. Al amanecer, como contrapunto, tampoco faltaba el preciado canto de los muchos pajaros del lugar.

Es estos días no pocos vecinos nos han contado las aventuras y desventuras de sus familiares emigrados a España. Que diferentes se ven las cosas desde el otro lado. Compartimos una sesión de cuentos con los niños de la escuelita rural y asistimos a una sesión en una comunidad de cómo hacer leche de soya. También hemos conocido a unas mujeres muy  especiales de las que os queremos hablar un poco más adelante.

Cuando al mediodía vuelven los niños del colegio Lluna corre rápido a buscarlos para jugar con ellos, se aferra a la pierna de Joaquín, salta y persigue a Manuco. Se deja alzar por Sara y Eric se acerca para hacerle cosquillas. Unos compañeros de juegos interminables con retos todos los días. Bajar los tres metros hasta el río nos pareció, el primer día, díficil para Lluna y ahora baja y sube casi sola por las escaleras y ayudándose de las raices.

¿Juguetes? Algunos llevamos pero en poquísimas ocasiones los usa. Las enormes hojas de los árboles hacen las veces de platos, con la versátil arena puede hacer maravillas, una botella de agua botada en el suelo es un recipiente ideal para llenar de semillas, un tronco o dos dedos pueden moverse y hablar como personajes imaginarios, una bolsa de plástico que alguien dejó caer al suelo puede llenarse de agua y convertirse en regadera o bien de arena y entonces quizás Lluna te lo venda por unos dolarsitos. Reutilización en estado puro, praxis de la ecología doméstica. ¡Cuanto tenemos que aprender de los niños!

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