Nueve días en Quito (2)


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Nueve días en Quito (2)

El Parque Ejido es todo un respiro en el centro de Quito

Nosotros buscamos en nuestra estancia en Quito lugares relajados para estar con Lluna y hay que decir que también se encuentran. Contactamos con Mónica Salazar a la que habíamos contactado a través de su blog de crianza que cuenta con el apartado sobre Quito con Niños. Con ella y con su hijo entramos al Vivarium de Quito a ver serpientes y anfibios y recorrimos el precioso Jardín Botánico colindante con el estupendo parque de las Carolinas. Si en el núcleo urbano casi no hay pequeños parques realmente nos sorprendieron algunos de los grandes  otros parques que de la zona norte como el Metropolitano y el del Ejido que resultan perfectos para exiliarse de la ciudad dentro de ella misma. Son parques grandes, limpios y llenos de columpios y estructuras de madera que además por estas fechas de vacaciones escolares se encuentran llenos de niños. Otra visita interesante para pasar una mañana entera es el Museo del Agua, Yaku. En su imponente edificio acristalado además de seguir un itinerario explicativo del circuito del agua pudimos recorrer sus estupendos jardines y  gozar de unas vistas espectaculares del centro de la ciudad así como del Panecillo.

La Casa Amarilla, nuestro alojamiento, era como un hogar reconstruido en Ecuador. En él estábamos casi en familia. En la Casa Amarilla se hospedan tanto los voluntarios de la ONG Verde Milenio como la familia de su principar promotora y alma mater, Jenny. Lluna se fue haciendo con el cariño de todos.  La nueva casa con sus escaleras, perros, costumbres y rincones por descubrir se convirtió en un nuevo espacio de juegos Allí convivimos con David, Kaat, Luís o... Patxi, un amigo riojano que según reconoce él mismo vive del cuento y al que nos encontramos con monumental sorpresa para confirmar entre risas aquello de lo pequeño que es el mundo. Con él estuvimos participando un par de días en un taller sobre creatividad y papel maché que impartía para la fundación cuandosevalaluz en Conocoto, cerca de Quito.

Viajando con una niña para nosotros es muy importante alojarnos allí donde tengamos la posibilidad de cocinar para controlar el gasto, lo que se come y a que horas. En Ecuador abunda la buena fruta tropical que tanto apetece en el desayuno. Algunas ya conocidas como papayas, piñas o mangos y otras que vamos descubriendo como la pitajalla, el tomate de árbol, el maracuyá, la guanábana o la naranjilla. En este país se come abundante arroz y se aprecia el maíz. Se estila la leche de avena y no resulta difícil encontrar huevos, legumbres, verduras, pollo, pan de cereales y por lo que nos dicen abundante pescado en la costa. Un poco de aquí sin olvidar lo de allí. Somos irresistibles al aceite de oliva extra así que aunque casi al doble de precio lo seguimos disfrutando.  Confeccionar una dieta variada no resulta aquí nada difícil. En los supermercados de Quito, ciudad como el resto del país en plena efervescencia consumista, uno puede comprar casi lo mismo que en cualquier supermercado europeo o norteamericano a condición claro de que pueda pagarlo ya que los precios de los alimentos envasados son también prácticamente equiparables en un país donde el salario mínimo para aquel que tiene un trabajo reglado apenas supera los 200 dólares.

La mañana que salinos de Quito hacía al León Dormido se levantó un sol radiante, el más espléndido de todos los que pasamos allí en este verano que según comenta todo el mundo está resultando anormalmente lluvioso. Tal vez fuera como si de alguna manera la ciudad quisiera reconciliarse con nosotros para desearnos buena suerte en nuestro camino.

 

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