¡¡¡Esto es serio, no es un juego!!!. Esta frase tiene enormes cuestionamientos que muchos niños y niñas agradecerán.
Autores y pedagogos como Fröebel, creador de jardines de infantes, Montessori, Dewey, Decroly, han relacionado el juego con la educación y el aprendizaje.
Si entendemos el juego como un fenómeno inherente al hambre, y, mucho más, del niño, si tenemos en cuenta que el juego es uno de los primeros lenguajes del niño y una de sus primeras actividades, a través del cual conoce el mundo que lo rodea incluyendo las personas, los objetos, el funcionamiento de los mismos y la forma de manejarse con las personas cercanas será inevitable pensar que el juego es algo muy serio. ¿Quien se atrevería a afirmar entonces, que el juego es una pérdida de tiempo?
Son múltiples las posibilidades educativas y de aprendizaje que brinda el juego libre y espontáneo, elegido y organizado por los mismos niños sin la necesidad de intervención por parte del adulto.
El juego es un espacio y un tiempo de libertad, donde “todo se puede”dentro de lo que las reglas del juego lo permiten. Por ello, las posibilidades de aprendizaje en ese ámbito son incontables. Se aprenden modos de funcionamiento, formas de manejarse de las personas, se pueden ensayar roles, se explora y se experimenta con objetos desconocidos hasta el momento, se establecen nuevas relaciones y vínculos entre objetos, personas y el medio en general; se descubren los limites y posibilidades de cada uno y de los demás, etc. en el proceso lúdico de los niños en todas las edades podremos descubrir múltiplos procesos relativos al aprendizaje y a la educación, y también ver momentos de asombro, descubrimiento análisis, establecimiento de relaciones, similitudes y diferencias. A esto se le suman la fantasía y la creatividad que los niños desarrollan en los diferentes juegos tanto individuales y más aun cuando son grupales, donde todo esto se potencia aún más por la red de interrelación e intercambio que se forma.
Entonces nos preguntamos : ¿podemos hablar de juego cuando un adulto impone a qué jugar, cuándo jugar y utiliza el juego como un medio para obtener otros objetivos distintos del mero placer de jugar? Simplemente no. Las definiciones que del juego dan los diferentes autores nos dicen que el juego infantil se caracteriza, sobre todo, por ser una actividad voluntaria; algunos hablan incluso de espontánea, que no tiene un fin fuera del mero placer de jugar. Durante el desarrollo del juego seran los niños quienes establezcan las normas y resuelvan los conflictos que puedan surgir. Entonces, ¿los juegos propuestos por los adultos con objetivos que van más allá del placer no serian juegos? Podriamos hablar entonces de juego estructurado o actividades lúdicas donde se admite que es un juego cuando para los niños viven la actividad como placentera y disfruta de ella independientemente del hecho que el adulto la utilice con otro fin.
JUEGO Y DESACELERACIÓN
Relacionando juego con aprendizaje, podemos decir que, si bien los niños no juegan para aprender, no aprenden si no juegan. Por tanto, sin juego no hay aprendizaje. Por eso la calidad del juego determina la calidad del aprendizaje. Un juego de calidad es el que se da libremente, sin ser dirigido, sin un objetivo determinado por el adulto. Y se da como un continuo de procesos internos que tienen una expresión externa, y que están en relación con todo aquello que el niño vive. El juego creativo y personal es el que va de dentro hacia fuera y, como todo desarrollo significativo, se produce impulsado por el motor interno de la necesidad vital de una criatura.
Extraido de:
http://es.scribd.com/doc/48318461/CAPITULO-1-JUEGO
Revista Aula http://www.jugarijugar.com/archivos/Recuperando%20el%20aliento.pdf