- Espere, por favor...
Muchas veces nos han preguntado cómo es eso de hacer couchsurfing en familia. Para nosotros es una alternativa perfecta de turismo colaborativo. Todos tenemos un "couchsurfer" en nuestro interior, es decir, todos podemos ser anfitriones y a todos nos gusta ser recibidos en casa de otras personas. Desde antiguo, una de las leyes ancentrales de cualquier sociedad era la acogida, sobre todo antes situaciones de debilidad y necesidad. Quien más y quien menos ha alojado en su casa a sus familiares y amigos, o ha sido alojado por ellos.
A menudo nuestros primeros viajes en la infancia son para visitar a seres queridos y conocidos que viven en otros lugares del país o del mundo. ¿O acaso vosotros no tenéis un "cuarto de invitados"?. O, al menos, os reubicáis en vuestra propia casa cuándo llega un invitado... Entonces... ¿por qué tanta gente se queda extrañada cuando les hablamos del couchsurfing en familia?
La respuesta, es obvia, lo sé. No es lo mismo acoger a un amigo que a un extraño. No es lo mismo alojarte en casa de un familiar que de una persona a la que no has visto jamás. Pero, sin embargo, la hospitalidad es una de las características que nos define como humanos. Algunas culturas son referente por su buen hacer en este sentido. En nuestras conversaciones con personas y familias viajeras siempre hay momentos para el recuerdo de esas situaciones entrañables en las que personas que hemos encontrado en el camino nos han acogido o ayudado. El couchsurfing en familia es sin duda uno de los temas estrella en nuestras conversaciones con amigos.
Hasta hace unos años los encuentros eran fortuitos y surgían de la espontaneidad, de una conversación en cualquier lugar. Así de hecho fue para nosotros la primera vez que dormimos en casa de unos extraños: fue en Santiago de Chile. Tras conocer a una familia encantadora en el Parque Nacional Huerquehue. Un contratiempo inesperado nos llevó a cambiar nuestros planes y eso hizo que su casa se convirtiese en nuestro hogar en varias ocasiones a lo largo del viaje.
Pero en la actualidad, todo es más sencillo y abierto gracias a las redes sociales y a diversas aplicaciones y webs que te permiten buscar personas afines a ti con las que contactar en cualquier lugar del mundo. El couchsurfing es una herramienta muy utilizada por viajeros jóvenes con pocos recursos o que buscan contactar con gente en los lugares que visitan. Puede parecer menos adecuado para familias pero, sin embargo, nuestra experiencia nos dice que no es así: hay mucha gente deseosa de ayudar a familias viajeras y, sinceramente, viajar con niños es un salvoconducto maravilloso que abre muchas puertas. Hacer couchsurfing en familia es una experiencia única.
Primero has de abrirte un perfil en una de las webs para practicar el "couchsurfing" e indicar tus preferencias, tus intereses, qué tipo de viajero eres, etc. Ten en cuenta que los intercambios no son recíprocos ni simultáneos. Vosotros recibís o ayudáis a alguien y, alguien, en algún lugar del mundo os acogerá o ayudará a vosotros.
Nosotros, por el momento, hemos utilizado la web couchsurfing pero hay muchas otras opciones. Puedes visitar estas webs que facilitan este tipo de contactos e intercambios: servas, nightswapping, hospitality, belodged, worldpackers, bewelcome y solidaridad ciclista. Si te apetece saber más puedes visitar la web de Diario nomada, de Vivir al Máximo o de Magia en el Camino, por ejemplo, otros viajeros con experiencias muy interesantes en couchsurfing.
No solo se trata de alojar. Puedes ofrecer tu tiempo para enseñar a alguien tu ciudad, invitar a alguien a comer, llevar a alguien a una excursión, simplemente puedes dar un consejo, etc. Incluso, puede que no estéis en disposición de acoger a nadie pero puedes ser acogido por otras personas. En el intercambio de hospitalidad no solo se trata de alojarte y ahorrar dinero: se promueve el intercambio de experiencias, el conocer a otras personas...
La experiencia de una familia viajera no se construye de un día para otro. Empezamos a viajar alquilando apartamentos vacacionales o alojándonos en pequeños hoteles familiares (no nos interesan los grandes hoteles). Pero poco a poco fuimos ilusionándonos con la posibilidad de participar de esa red mundial en la que el trueque y no el dinero es el elemento fundamental. Porque nos gusta el modelo del bien común. Porque estamos convencidos de que en el mundo hay más gente buena y altruista de lo que nos suelen contar... Así nos apuntamos al intercambio de casas y, simultáneamente - para viajes por etapas o estancias cortas - decidimos probar el couchsurfing. Las experiencias fueron tan satisfactorias que ya no hay marcha atrás...
El couchsurfing es una puesta a prueba de tus límites sobre la propia intimidad. Cuando te “entrometes” en la vida de los demás, cuando alguien te ofrece una habitación de su casa o un sofá, te deja usar su cuarto de baño o su cocina, esto te fuerza a cambiar tu concepto de intimidad vinculado a los espacios. Necesariamente has de perder la vergüenza y abrirte a los demás, reflexionar sobre tu manera de vivir para que tu vida pueda ser expuesta sin sacrificar tu intimidad personal. Abrir las puertas de tu casa o entrar en las de otras personas para convivir con ellas es, pues, un test moral, en el que te ves forzado a examinar tus actos cotidianos ante los ojos de otras personas. Además, cuando entras en casa de un desconocido y te la ofrece con hospitalidad y acogimiento no puedes evitar aprender, aprender a respetar y a compartir. Observas, reflexionas, analizas y tu mente se empapa de nuevas ideas y posibilidades.
Y, un día, os decidiréis a dar el primer paso. Alguien llegará a vuestra casa o os meteréis en casa de alguien totalmente desconocido... Os aseguro que surgen muchas dudas... ¿Y nosotros dónde vamos a dormir?¿Cuál es nuestro baño?¿Puedo utilizar la nevera? ¿y coger esos huevos?¿Y nuestras cosas las dejamos aquí?¿Y la comida de la cena quien lo paga?¿ Qué hace un extraño durmiendo en mi casa?¿Le pagamos la comida? ¿Le invitamos a servirse libremente en nuestra nevera?¿Nos darán unas llaves de su casa?¿Le damos las llaves de nuestra casa?
Cada experiencia es única porque cada persona es especial. Haced lo que os pida vuestra espontaneidad. A nosotros nos gusta invitar a nuestros huéspedes como si se tratase de una persona más de la familia, pero no hay normas, excepto la generosidad: las reglas, las ponéis vosotros. A nosotros algunas personas nos han alojado en régimen de "todo incluido" y en otras casas nos han permitido usar la cocina para preparar nuestra propia comida. Las reglas se establecen gracias al "feeling" que surge al encontrarse.
Es difícil de explicar pero sin duda, sentimos que nuestros hijos han ampliado radicalmente su visión de lo que significa compartir. Compartir tiempo, cosas, experiencias... Convivir con otras personas te permite conocer un país más allá de sus tarjetas postales. Como padres nos permite ampliar y reflexionar sobre nuestro modelo educativo observando a otras familias. Con estas experiencias eliminamos estereotipos y prejuicios. Nosotros y nuestros hijos aprendemos a ser agradecidos. Y, además, mejoramos nuestra capacidad de comunicación. No solo cuándo nos alojamos en casa de personas con idiomas diferentes, por el simple hecho de aprender a escuchar, a pedir, a respetar... Cuando recibimos gente en casa hemos de ofrecer y ellos también comparten con otros niños.
¿Te ha gustado la idea?¿Ya lo has vivenciado y quieres compartir tus experiencias con nosotros? Estamos deseando saber más y ampliar nuestros horizontes. Te esperamos, porque hacer couchsurfing en familia es mucho más que conseguir un alojamiento gratis.
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