- Espere, por favor...
Como el día de la marmota, pasan las décadas y según se acercan las evaluaciones o el final de curso nuestros hijos nos suelen hacer las mismas pregunta que no pocos nos hacíamos cuando teníamos su edad y nos seguimos haciendo hoy. ¿Por qué es tan difícil aprender matemáticas, entenderlas y a menudo aprobarlas? ¿Es obligatorio que aprender matemáticas sea aburrido? ¿Acaso la manera en como se imparten no tiene nada que ver con su impopularidad y para que sean consideradas la mayor de las veces como una asignatura a aprobar a toda costa...para olvidarse de ella lo antes posible?
Sorprende que las matemáticas sigan siendo esa piedra en el zapato del curriculum escolar (de primaria y secundaria) si pensamos que las necesitamos y forman tan parte de nuestra vida cotidiana como el comer. Tanto hablar de renovación pedagógica y el libro de texto de matemáticas de mi hija de 9 años es casi calcado al que yo usaba en la década de los ochenta. Si los teléfonos de entonces están en los museos, por qué la forma de aprender matemáticas en el sistema educativo español es básicamente el mismo que cuando se redactó la Constitución, en 1978 que hoy en plena era digital, globalización y la irrupción de los robots en el mercado laboral.
Existe otra manera de aprender matemáticas basada en el juego y los materiales manipulativos. En las escuelas más avanzadas no se da demasiada importancia a las cuatro reglas y sin embargo tienen un nivel de razonamiento envidiable y lo que es más importante, las clases de matemáticas no son un rollo. Los niños aprenden contenidos que van más allá del currículum de su edad: como crecen los cuadrados, que son las curvas cónicas...y por qué no restan? Pues porque según toda una corriente en didáctica de las matemáticas los algoritmos (las clásicas y repetitivas operaciones) no tan solo no tienen nada que ver con el razonamiento sino que incluso lo perjudican.
Comprender bien el concepto de número, unidad, decena...y solo entonces aprender diversas maneras de operar (cada uno la que le va mejor) es la alternativa a unas operaciones que no solo están vacías de sentido sino que una calculadora o smartphone hace sin problema en menos de un segundo.
A continuación te presentamos un artículo escrito por Malena Martín de Aprendiendo Matemáticas donde trata de entender por qué las matemáticas son habitualmente esa piedra en e zapato del curriculum escolar y, sobre todo, plantear alternativas que llevan décadas poniéndose en práctica con éxito en numerosas escuelas y sistemas educativos del mundo:
“Yo no soporto las matemáticas! Nunca me gustaron en el colegio! Sólo son números y fórmulas que tienes que memorizar y que no sirven para nada!” Si continuas investigando la razón por la cuál tu amigo o hijo desarrolló este “odio matemático”, es muy probable que llegues a sus años en la escuela primaria, donde tenía que saberse las tablas de multiplicar de memoria, donde el sistema métrico decimal lo traía de cabeza y donde tenía que memorizar fórmulas que nunca entendió.
Este es el punto de partida del “odio matemático”. Aunque en muchas escuelas ya se han puesto las pilas hace tiempo y están variando el método de enseñanza de las matemáticas, aún quedan muchas otras, demasiadas, que continúan enseñando las matemáticas “como se ha hecho siempre”. Y eso en la práctica, se traduce en el uso de métodos poco pedagógicos.
A este desconocimiento de las mejoras didácticas (¿te imaginas que en medicina no se tuvieran en cuenta los avances?) se le suma que muchos maestros no tiene la suficiente formación en matemáticas o que no disponen de los recursos necesarios para poder transmitir el amor por las matemáticas sin “traumatizar”a las pobres criaturas que están en su clase.
Claro está que he exagerado un poco, pero visto por encima viene a ser esto:
Los años van pasando y hoy en día en muchas escuelas se continúa enseñando matemáticas al igual que hace 20 o (no es broma) 40 años, sin haber adaptado los métodos y procedimientos al desarrollo y necesidades de los niños tal y como la neurociencia y otras disciplinas apuntan.
Actualmente muchas personas relacionadas con el mundo de la educación están de acuerdo con que el sistema educativo actual necesita una renovación urgente. En el mundo 2.0 donde cualquiera puede acceder a todo tipo de información a través de internet, las clases de matemáticas (y la escuela en general) debe potenciar el desarrollo integral del niño en sus aspectos cognitivos, emocionales y sociales, en vez de aportar toneladas de información. Los niños a través de su acción construyen su propio conocimiento, organizan la realidad y reelaboran de forma continua sus estructuras mentales.
Seguro que lo has oído más de una vez y que piensas que es difícil de conseguir. Venimos de una educación en la que a la mayoría de nosotros siempre nos han dicho cómo y qué teníamos que hacer y no queremos que a nuestros hijos o alumnos les pase lo mismo. Queremos que nuestros niños y niñas sepan pensar, que tengan criterio, que descubran sus talentos y que tengan confianza en ellos mismos y esto se consigue a través del respeto de cada ritmo, permitiendo que cada uno avance según sus posibilidades.
Para ello es necesario que ya desde pequeños les permitamos ser autónomos, que aprendan del entorno y de los modelos que les proporcionamos y se puedan desarrollar integralmente. Es muy importante tener claro que es el niño el que aprende. Nosotros como adultos debemos favorecer este aprendizaje y ayudarles cuando tengan dificultades, es decir, hacerles de guías.
Aprender haciendo no es nada nuevo, es como siempre se ha aprendido y como todos, incluidos los adultos, aprendemos en el día a día. Cuando lo hacemos obtenemos una cierta satisfacción incluso si el resultado no es excesivamente bueno.
El aprendizaje por descubrimiento es todo un reto para el docente o para el padre. Estamos muy acostumbrados a resolver las dificultades y a “enseñar” lo que hay que aprender. En cambio nuestra máxima preocupación debería ser que los niños sean los propios protagonistas (¡ya sé que todo el mundo lo dice!) y permitirles tener espacios físicos y temporales para llevar a cabo sus propios descubrimientos, con tiempo para buscar y equivocarse.
Equivocarse no es malo. Es a través de los errores cuando realmente van a aprender. Debemos hacerles ver que equivocarse no es nada de lo que tengan que avergonzarse, sino que es la manera a través de la cual podrán mejorar. La corrección de las actividades la pueden hacer en muchas ocasiones solos, a través de materiales manipulativos o con comprobaciones que pueden gestionar ellos mismos.
En muchísimas escuelas, cuando los niños pasan a la etapa de Primaria, las horas de recreo disminuyen, al igual que las horas de juego, las tareas en casa aumentan considerablemente y el aprendizaje repetitivo y a través de la memorización está a la orden del día. Entonces, ¿cuándo tienen tiempo de jugar estos niños? Muy pocas horas, ¿verdad?
Si tienes un hijo o hija de esta edad o eres docente en una escuela sabes exactamente de lo que te estoy hablando (¡ahora debes estar haciendo que sí con la cabeza!). No sé tú, pero si pienso en un niño de entre 6 y 12 años, la primera palabra que me viene a la cabeza es juego. Juego al aire libre, con palos, arena, agua, juegos de mesa durante las largas tardes de invierno, juegos de construcciones infinitas por el comedor de casa, juego y más juego.
¿Y qué relación tiene esto con las matemáticas? Te debes estar preguntado.
Las matemáticas, al igual que los juegos, no son fáciles ni difíciles, sino que todo depende de quien y cómo te las enseñe. El parchís no es fácil o difícil, ¿verdad?
Simplemente se trata de conocer las reglas del juego y empezar a jugar. Y con la práctica y las partidas repetidas, llegará un momento que ya no necesitarás pensar en las reglas del juego, porqué las tendrás interiorizadas, y ya estarás listo para empezar a crear, inconscientemente, estrategias para poder ganar.
Pues si resulta que a los niños les encanta jugar y son capaces de entender las reglas de los juegos y desarrollar estrategias...¿porqué no enseñamos las matemáticas a través del juego?
Este es el punto al que quería llegar y justo aquí es donde entran en acción los materiales manipulativos en la enseñanza de las matemáticas en Primaria y cursos superiores.
En la etapa de Infantil se suelen utilizar materiales manipulativos para aprender los números, contar pequeñas cantidades, relacionar las grafías con las cantidades, aprender algunas formas geométricas,…pero todo esto parece ser que desaparece en Primaria (y ya no hablemos de Secundaria), como si enseñar matemáticas se transforma en algo serio y formal, donde no tiene cabida el juego.
Son muchos los matemáticos y pedagogos (María Montessori (ver Qué es el Método Montessori y como practicarlo en casa), Miguel de Guzmán, Claudi Alsina, Maria Antònia Canals,…) que han intentado e intentan difundir la fundamentada idea de que los recursos manipulativos y los juegos bien elegidos son una pieza clave para el aprendizaje de las matemáticas.
1. Permiten reflexionar acerca de los conceptos matemáticos y de las propiedades. Esta reflexión es la base para construir las propias ideas matemáticas.
2. Recrean distintas situaciones tangibles que en un libro de texto se presentan de manera estática y limitada lo que produce no pocos errores y lagunas en los niños.
3. Fomentan el interés por la materia y colaboran a desterrar la típica imagen de asignatura inerte y aburrida.
4. Producen entusiasmo e ilusión por las matemáticas. Suelen ser actividades que tienen ganas de hacer y de enseñarle a otros.
5. Ayudan tanto a introducir un tema como a comprender procesos o a descubrir propiedades.
6. Refuerzan automatismos útiles y necesarios para avanzar en las matemáticas.
7. Posibilitan el trabajo individual, adaptándose a las necesidades de cada alumno, y el trabajo en equipo ya que dan lugar al debate, al contraste de ideas y al trabajo colectivo.
8. Son de gran utilidad para trabajar capacidades y habilidades que son necesarias para la resolución de problemas.
9. Refuerzan la autoestima a la vez que generan autonomía en el aprendizaje.
10. Ayudan a romper con “bloqueos”. Es una realidad que en la etapa de Primaria muchos niñas y niños tienen dificultades con las matemáticas que van más allá de la materia, es una especie de aversión a la asignatura que a través de los juegos y el material puede ir cambiando.
La cantidad de materiales manipulativos que están a nuestro alcance es enorme y van desde las regletas a los tapones de plástico, pasando por las hueveras, los policubos, los bloques lógicos o piezas de Lego!
Se trata de crear (o buscar) actividades que, apoyándose en el uso de algún material o juego, se adapten al tema que están aprendiendo en cada momento. De esta manera, las matemáticas se transforman en un juego dinámico donde los estudiantes comprenden y al mismo tiempo disfrutan, en lugar de aburrirse con ejercicios estáticos y poco participativos.
Simplemente con una transformación de los procedimientos y teniendo claros los pilares del aprendizaje que ya conoces (y que te he comentado antes), podrás enseñar matemáticas de una manera distinta a la que conocías hasta ahora.
Y te aviso, que después ya no hay vuelta atrás!
Los padres y maestros que se adentran en esta manera de enseñar matemáticas, ya no vuelven nunca más a los métodos y procedimientos anteriores, porque descubren todos los beneficios (porqué no hay inconvenientes) que aportan, a los alumnos o hijos, las actividades con materiales manipulativos para aprender matemáticas.
Ver niños disfrutando, aprendiendo, interiorizando conceptos y aportando ideas con sus nuevos aprendizajes matemáticos no tiene precio.
Disfrutar aprendiendo es lo que les hace despertar el interés por todo lo que les rodea y querer aprender aún más. Tú sólo tienes que ofrecerles los materiales y actividades adecuados ¡ellos se encargarán del resto!
Texto:
Malena Martín, licenciada en matemáticas y con más de 20 años de experiencia en el mundo de la educación. Ofrece cursos online y presenciales sobre matemáticas manipulativas a través de Aprendiendo Matemáticas
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