- Espere, por favor...
El homeschooling -la práctica de no llevar a los niños al cole y en vez de eso educarlos en casa - está extendiéndose cada vez más entre las familias de todo el país. Es bastante la información que circula en las redes pero por desgracia no siempre está redactada con conocimiento de causa. Así, o bien lo pintan todo de color de rosa o más negro de lo que en realidad es.
Son tantos los mitos y leyendas que rodean a esta opción educativa que, tras más de siete años de practicarla, me he decidido a escribir un libro que separe realidad de ficción y me he lanzado a aclarar, de una vez por todas, quiénes somos nosotros, los homeschoolers.
El libro Nosotros, los homeschoolers. Realidades, mitos y leyendas, (puede comparse a través de este enlace) es el fruto de siete años viviéndolo en primera persona, cientos de conversaciones con otros padres, decenas de entrevistas con expertos en la materia y varios años de trabajo asociativo.
Para el que conozca a una o más familias, esas afirmaciones solo pueden provocar la más sonora y sincera de las carcajadas. Si alguien te dice que las familias homeschoolers están forradas, o que “deben ser de una secta de esas” o que “tienen a los niños en una burbuja”, entonces puedes estar 100 % seguro de que esa persona no conoce a ninguna familia homeschooler.
Esta afirmación es de las que funcionan muy bien en el campo de las grandes formulaciones teóricas, pero que en cambio a nivel práctico demuestra estar totalmente equivocada. ¿Por qué? Pues porque en el homeschool lo importante es la capacidad de aprendizaje del adulto. Sí, sí, he dicho del adulto.
Desgraciadamente en nuestra sociedad carecemos de una cultura de la crianza natural. Así, ante la avalancha de profundos cambios emocionales, físicos, psíquicos, sociales y organizativos que conlleva el ser padres, los dos únicos consejos que parece tener la sociedad son o bien “tranquila, que hay métodos” o bien “tú aguanta, que a los tres años entran en el cole”. Y si ninguna de estas dos recomendaciones te parecen bien, ¿entonces qué? No hay casi nada en ese sentido, un desierto.
Por eso afirmo que en gran medida todo depende de lo hábiles que sean los padres en acumular conocimientos útiles para su nueva realidad. Es más importante su capacidad de aprendizaje que la del niño. Todos los niños al final aprenden, no son tontos. Pero para aprender necesitan unas bases imprescindibles que los padres, homeschoolers o no, hemos de ser capaces de darles. Hablaré de ellas un poco más adelante.
De hecho, como te dirá cualquier familia que lleve años haciendo homeschooling, lo curricular debería ser la última de tus preocupaciones, sobre todo cuando empiezas. Lo difícil no es eso, lo difícil es no volverte loco. Lo curricular se hace difícil cuando cometemos errores de base, siendo el primero de ellos pedirle imposibles al niño.
A un niño que está empezando a gatear no le exigimos que trepe a un árbol. Primero se gatea, luego se está de pie, luego se camina, luego se corre, luego se trepa. Hay un orden natural y en cada punto perfeccionas el uso de las técnicas necesarias para acceder al siguiente nivel, con lo curricular ocurre lo mismo.
En ese sentido, es muy común poner el carro deleante de los bueyes y así lanzarse a la aventura de transmitir contenidos curriculares sin antes haber consolidado unas bases fundamentales.
Las bases pre-currilulares son el soporte en el que se sostendrán los aprendizajes y, como su nombre indica, no tienen nada que ver con contenidos académicos. La primera base es un ambiente de seguridad, donde no haya miedo a equivocarse.
Cada vez que un bebé que está aprendiendo a caminar se levanta del suelo está más cerca de conseguirlo, y para acabar caminando debe poder levantarse e intentarlo de nuevo por sí mismo una y otra vez. Cuando cae no le echamos la bronca, somos conscientes que él no sabe, está aprendiendo. Lo está intentando, así que lo comprendemos y en nuestro interior celebramos que se levante y lo pruebe de nuevo.
De la misma manera, un ambiente curricular paralizador donde la búsqueda del acierto sea el centro del universo, donde se sea intransigente con los errores y donde a fin de cuentas no se invite para nada a levantarse, pues volverlo a intentar implica volver a enfrentarse a la frustración y la decepción de los padres, es un ambiente en el que no puede darse la educación.
La segunda de las bases es una buena comunicación. Sobre este tema se han escrito bibliotecas enteras, y hay estrategias, sistemas, “métodos”… Lo importante no es el cómo, sino el hecho cierto y verdadero que sin una capacidad comunicativa, tanto del niño como de los padres, no vale la pena explicar nada. Muchos padres tienen prisa en transmitir conceptos curriculares, por la presión social o por sus propias expectativas, y anteponen ese deseo a la construcción de una buena comunicación. Pero es imposible que funcione.
Si él no es capaz de expresar lo que piensa de manera inteligible y mínimamente elaborada o si no es capaz de escucharte (o viceversa, evidentemente) entonces, en ese ambiente, ¿qué sentido tiene ponerse a explicar contenidos curriculares?
Primero tenéis que ser los dos capaces de escucharos y hablaros prestando atención mutuamente y cuando esto ocurra y esté afianzado, plantearse empezar con los contenidos. Si más adelante en algún momento la cosa [la educación curricular] se encalla, vale la pena parar a observar si el buen funcionamiento de la comunicación sigue vigente o no. Tan importante es que él te escuche a ti como que tú le escuches a él.
Lo siento pero no. Ni todo fluye, ni el camino carece de dificultades, ni puede llevarse a cabo sin gran esfuerzo y capacidad de organización, ni nada de todo esto. El homeschooling es duro, pero ¿sabes qué? La vida misma es dura, y no pasa nada porque lo sea. Criar es una tarea super exigente pero también incomparablemente gratificante. Además, en contra de todo lo que nos habían dicho, cada año es más llevadero, no más complicado.
Hecho contrastado: una vez has decidido hacer homeschooling se produce todo un abanico de reacciones en tu entorno, que van desde lo más encantador hasta lo puramente inquisitorial. Lo peor son todas aquellas personas queridas que, sin que yo pueda explicar muy bien la razón, se lanzan a darte un sinfín de explicaciones sobre porque llevan ellos a sus hijos al cole. Como si estuviésemos poniendo en cuestionamiento su decisión. ¡Nada más lejos de nuestra intención!
Y por último, la frase mantra que toda familia que hace homeschooling ha de escuchar: los niños necesitan escolarizarse.
Sí, eso ya lo sabemos, y por eso ponemos especial esmero y atención en que tengan sus necesidades de socialización cubiertas con creces. Hacer homeschooling a menudo implica pasarse entre 4 y 6 horas al día en el parque con otras familias, dos días por semana.
Más extraescolares, deportes y horas sueltas de parque con niños que van a la escuela. Esto durante todas las estaciones del año. La socialización es importante para nosotros y por eso nos la tomamos con la seriedad que hay que tomársela. Por último os dejo la frase que en mi colegio hacían copiar cien veces al que pillaban socializando:
No hablaré en clase
No hablaré en clase
No hablaré en clase
No hablaré en clase
No hablaré en clase
No hablaré en clase
Texto y fotos: Joan Escriu
Links de interés:
Blog de Joan Escriu Autor del libro
Creciendo todos juntos Blog de una niña educada en casa
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