En esta Navidad un recuerdo especial para las familias que huyen


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Aquí nos tenéis ilusionados y recogidos en familia en estas fiestas tan especiales y a la vez alarmados con las oleadas de inmigrantes que llegan a las costas griegas o de las Islas Canarias. Anestesiados por tanta hipercomunicación, fotos y video mostrando calamidades humanas, mientras los líderes mundiales y los intereses es de las grandes corporaciones a su sombra jueguen al ajedrez sobre el tablero mundial a costa de tanto sufrimiento humano.

Profundamente avergonzados! de que el Mare Nostrum se haya convertido en el Mare Mortum.

Revisando las antiguas entradas publicadas en este blog con motivo de las celebraciones de Navidad me he vuelto a dar de bruces con esta entrada publicada hace cuatro años que ya casi no recordaba y cuyo texto escrito por la historiadora Cira Crespo se puede releer leer más abajo.

Paparruchas! Acaso pura hipocresía. Mucha Paz y mucho Amor para los hombres de buena voluntad pero basta con encender el televisor o salir a la calle para darnos cuenta que la Navidad se ha convertido en un gigantesco negocio. Que sí, bien es cierto, ya lo sabemos: que el consumo exhacerbado se ha apropiado en buena medida de la celebración, ninguna novedad bajo el sol.

familias Refugiada

Lo confieso, vencido por la melancolía que se vive especialmente estos días cuando has perdido un ser querido, machacado por las pegajosas melodías de los anuncios, alentado por el cuñado gracioso y espoleado por el penúltimo discurso de grandes palabras huecas de nuestro prócer de turno a punto estuve a punto de tirar la toalla. Sí, yo también estuve a punto de odiar la Navidad.

Sin embargo al igual que aquel antipático Ebenezer Scrooge el protagonista de la novela Cuento de Navidad de Charles Dickens que siempre exclamaba paparuchas! inesperadamente me reencontré con la luz.

Seguramente convertirme en padre tuvo mucho que ver. A partir de entonces me resulta mucho más fácil reconectar con toda la magia y la emoción que sentía yo en mi infancia contemplando las chispas de ilusión que mis hijos reflejan en sus rostros. Sus ojos me abrieron la puerta para mi reencuentro con (que nadie se asuste): el espíritu de la Navidad !

Porque al final la magia de la Navidad se encuentra en un alto grado de pureza en la mirada de un niño, el que fuimos, el que es hoy nuestro hijo/a.

Sí, por momentos vuelvo a sentirla con fuerza latiendo fuera de mi. La verdadera Navidad es la celebración de la vida, el reencuentro con la familia en el hogar. La Navidad es ese tiempo de volver a nosotros y olvidarse de todo aquello que nos atenaza: reconfornarnos, hacer balance del año, maravillarse con todo lo bello, detener el tiempo y conjurándonos para revertir el reino de la oscuridad que marca el solsticio de invierno para que el sol nos ilumine con su máximo esplendor en el próximo verano que habrá de llegar.

REFUGIADAS

Con raíces paganas, vestida de cristiana o cristiana hasta la médula, no pocas veces barroca y superficial pero al fin y al cabo una tradición abierta y globalizada que puede vivirse desde las diferentes creencias religiosas y cuyo gran mensaje es la Paz universal.

No es obligatorio triplicar nuestra tasa de colesterol o nadar entre compras. El espíritu de La Navidad tiene que ver con el alimento del corazón, es la rebelación del la vida en tiempo presente, el abrazo y la calor compartido en una mesa.

Como si de una cruel ironía se tratase. Vale la pena reparar en que el símbolo supremo de la Navidad cristiana, el pesebre, recrea la escena del mítico nacimiento de Jesús, un niño profeta hijo de un Dios que  vino a la tierra a predicar el Amor no en un suntuoso palacio sino en un humilde pajar. Hijo de carpintero, forma parte de una familia que huye de la represión, la guerra y la pobreza. La madre se llamaba Maria y, según multitud de representaciones, vestía con velo.

Es por eso que releyendo la entrada a la que hacíamos referencia al principio produce escalofríos darse cuenta de su creciente vigencia: este año 2016 se ha vuelto a batir el record de refugiados en el mundo. De vivir José, Maria y su hijo Jesús serían otra más de las miles de familias de refugiados, probablemente se encontraran durmiendo en algún campamento lejos de su tierra, pasando frio, sin medicinas.

Mirando cualquier psesebre recuerdo más que nunca en estas fechas Navideñas a todas esas miles y miles de familias que hoy en pleno SXXI siguen huyendo de la represión, la guerra y la pobreza. No estoy hablando un piadoso y recuerdo resignado que se consume en su propia compasión.

Haciendo balance de este año 2015 más allá del dolor por ver a tantas personas en condiciones inhumanas nos indigna recordar tantas portadas de periódicos, imágenes terribles de un mar convertido en una fosa común a las puertas cerradas a cal y canto de una Europa anestesiada.

Familias Refugiadas

Repasando las hemerotecas de la red nos asaltan imágenes terribles de familias corrientes. No lo dudes, podría ser la tuya, podría ser la mia. La capacidad de ponernos en la pie del otro es lo que nos hace humanos.

Provenientes de Siria o de otros paises devastados. Nunca pensaron en emigrar o dejar sus tierras. Son familias que lo han perdido todo y que huyen de las bombas fabricadas en esos países - los nuestros- que se presentan como paladines de los derechos humanos. Armas que son un negocio tan sucio como próspero, vendidas con el conocimiento y aprobación de nuestros gobiernos a sinvergüenzas que mantenemos como héroes hoy y combatimos como terroristas mañana al son de las cotización de la bolsa.

¿Nuestros aliados?: gobernantes dictatoriales y mesiánicos, represores al servicio tan solo de sus élites educadas en las mejores escuelas de negocios del mundo. Vertiendo generosamente miedo y terror sobre su propia población.

En plena Navidad, recogido en la Paz de mi hogar, bajo un techo seguro, sin necesidad material alguna remarcable, rodeado de mis hijos sanos y risueños, nada me falta para ser feliz.

Sin embargo no puedo ni quiero serlo completamente en un mundo donde ya casi ha dejado de ser noticia la guerra y muerte diaria de tantas personas inocentes, muchas de ellas criaturas, que una vez consiguen pasar de la manera que sea son declaradas ilegales, contenidas cual si fueran ganado con alambradas, pasto de la policía, malviviendo en campos de concentración y barracones en pleno invierno.

Aylan

Nunca olvidaremos la sacudida que supuso ver la foto de un niño de apenas tres años muerto junto a la orilla. Se llamaba Aylan y aquella imagen nos partió el alma en dos. Vergúenza, vergüenza, vergüenza! exclamó gran parte de una sociedad europea que ha dado multitud de muestras e iniciativas solidarias.

Pero el naufragio humano no cesa. Actualmente, hoy mismo, siguen muriendo niños prácticamente a diario engullidos por el mar. Tras inacabables reuniones, pompa mediática y grandes discrepancias internas los gobernantes de nuestra pálida Europa acordaron un reparto de refugiados.

Atendiendo al derecho de asilo, como gesto humantario y bajo la presión de la opinión pública. Será también que como afectados y coresponsables del problema al fin entendieron que estamos obligados a formar parte de la solución.

Pocas de esas medidas se han puesto realmente en marcha. Hoy la mayoría de esas familias refugiadas  siguen hacinados sin poder entrar, cada vez hay más. Posponer u ocultar el problema bajo la alfombra aplaza e incrementa el problema, no lo resuelve.  Ya parece que pocos se acuerdan de que la mayor catástrofe humanitaria europea desde la Segunda Guerra mundial sigue a nuestras puertas.

Será que piensan que estamos entretenidos con los colorines de esta Navidad sin frio que nos hemos regalado con el cambio climático. Pero es justamente en Navidad cuando más me rebelo y me solidarizo con todas las familias que huyen.

red_ciudades_refugio

Hoy es el mejor día para apoyar a las entidades, redes de ciudades e iniciativas que están trabajando activamente por hacer algo. Justamente porque es Navidad tampoco me olvido de exigir más que nunca a nuestros gobernantes que antes de cualquier otra cosa sean personas y que todos los refugiados sean considerados seres humanos y tratados como tales.

No satisfecho y ya de paso, le voy a pedir a los Reyes Magos que para el Año Nuevo que nuestros mandamases dejen de meter la pezuña de una vez en otros países para remover en nuestro nombre todas las ciénagas que han ayudado a crear y que luego no hagan como que no saben de que va la película cuando todo ese veneno nos salpique de sangre en la cara a cuatro mil kilómetros mientras nos tomamos un café sentados en cualquier terraza.

+ info útil:

Comite español de Ayuda al Refugiado

Comité Català d'Ajuda al refugiat

En estas navidades un recuerdo para las familias refugiadas

Hace unos XXI siglos (siglo arriba siglo abajo) comenzaron a aparecer noticias extrañas en Oriente Próximo. Decían que había nacido el hijo de Dios. Las buenas nuevas corrieron como la pólvora (como se suele decir). Contaban que el hijo de Dios era diferente a todo lo que había pasado hasta entonces, que predicaba una cosa insólita: todos los seres humanos eran iguales-las mujeres y todo, increíble: que todas las personas eran importantes!

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Célebre cuadro de la Huida de la Virgen Maria y Jesús a Egipto pintada por Giotto

"Sois la sal de la tierra, la luz del mundo" sentenciaba aquel hombre desde una montaña. Eran palabras que resonaban con fuerza y llenaban de autoestima a todos aquellos que nunca habían sido tenidos en cuenta. Tuvo tanto éxito el nuevo discurso, que el poder decidió que lo mejor que podía hacer era apropiárselo y consiguió que el cristianismo fuera la religión oficial en el Imperio Romano y, claro, la cosa se desvirtuó bastante. Hasta hoy. Podemos discutir largamente si fué el hijo de Dios, hasta sobre la misma existencia de Dios, lo que me parece digno de tener en cuenta, es que las cosas que se dijeron entonces cambiaron para siempre nuestra historia y es importante recordarlas.

¿Pero como llegó ese hombre ha decir lo que dijo? ¿De dónde venía?

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El descanso de la Virgen y Jesús a en su camino de huida a Egipto pintada por Joachim Patinir

Parece ser que nació por estas fechas, en un pequeño establo y casi desde el primer momento fue un bebé en movimiento. Hijo de una familia en ruta. Para ser más exactos, hijo de una familia que huía. El primer destino fue Egipto. Solos los tres, con una mujer recién parida y un niño de pocos días, se fueron rumbo a lo desconocido. Tenemos multitud de representaciones de los artistas más diversos ilustrando ese fatigoso viaje. Es la llamada huída a Egipto.

En ellas estos artistas nos transmiten  el miedo, la soledad y la tristeza de una familia que debe irse de casa.

Viéndolas he recordado de qué va todo esto de la fuga. Es, simplemente, la historia de la humanidad. Tantas familias refugiadas que van, que huyen, que vuelven. Nos movemos sin cesar, las personas.

Quisiera dedicar un recuerdo, unas palabras, estos días tan familiares, a todas aquellas familias que en todos los rincones del mundo, por motivos políticos y económicos (que para mí son también políticos) tienen que estar fuera de casa contra su voluntad, en lugares fríos y desconocidos.

Un abrazo a todas ellas.

Texto: Cira Crespo

Autora del blog fentdemama.blospot.com y maternalias.blogspot.com

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