- Espere, por favor...
Viajar en autocaravana te da una libertad que otras formas de viajar no te permiten: adaptarte al ritmo de los peques, tener todas tus cosas a mano en tu casita con ruedas, posibilidad de improvisar el viaje acortando o alargando la estancia en un lugar, etc. Pero además te da la posibilidad de vivir experiencias especiales en familia. Todo eso forma parte de la filosofía slow que, aplicada a los viajes, significa fundamentalmente disfrutar y conocer los lugares a los que se viaja sin las prisas de verlo y visitarlo todo, es decir, descubrir las ciudades, sus paisajes, sus costumbres, su gastronomía, sus gentes… a otro ritmo: el ritmo slow.
Hace unos años –antes de ser madre- yo era la típica que viajaba guía en mano, elaborando itinerarios perfectos que me permitieran ver y visitar todos los lugares indispensables que nos proponían. Esta forma de viajar es agotadora y, a veces, frustrante si no consigues tus metas. Pero me gustaba, la verdad. Sin embargo, desde que viajamos en familia, la concepción de nuestra forma de viajar ha cambiado. Por necesidad y sentido común, y obviamente en principio, sin ponerle una etiqueta. Pero cuando empecé a escuchar los conceptos de slow life, slow food y slow travel, descubrí que me sentía plenamente identificada con esa forma de viajar.
Se trata de tomarse la vida con calma, disfrutando de los pequeños placeres de descubrir el mundo con tu familia y, sobre todo, sin prisas. Y en autocaravana esto no sólo es posible, sino lo más recomendable. En primer lugar, el hecho de llegar por carretera a los lugares te permite también descubrir los paisajes por el camino, disfrutando del viaje y no sólo del destino, dándote la opción de parar en un lugar que a lo mejor no aparece en las guías pero que puede sorprendernos. Podemos estar una mañana visitando un monumento o conociendo el centro histórico de una ciudad y luego echar una tarde entera en un parque jugando, o sentados en una terraza para merendar… no tener que madrugar si no nos apetece o echarnos una siesta si nuestro cuerpo nos lo pide.
Todo eso es slow travel y, desde luego, es la forma de disfrutar del viaje que más se adapta a nuestras necesidades familiares. Sin los agobios por ver tal o cual sitio se evitan prisas y posibles conflictos, porque los niños no siempre entienden que tenemos que estar a una hora en un sitio determinado y van a otro ritmo. Por supuesto que intentamos visitar lo más interesante de cada lugar pero no contrarreloj… y tampoco por obligación.
Disfrutar del viaje y no únicamente del destino
Al viajar en autocaravana hay que mentalizarse a que el viaje comienza desde que sales de casa y que, si tu objetivo es conocer una determinada región, no te puedes teletransportar hasta ella, por lo que conviene planificar posibles paradas intermedias. Otra opción es darse una paliza y hacer muchos kilómetros seguidos, pero claro, con niños no siempre es fácil. Sin olvidar que las paradas en el camino pueden suponer grandes descubrimientos y momentos de diversión.
Una vez que se llega a la zona que se va a visitar, lo mejor es olvidarse de autovías y recorrerla por las carreteras secundarias que atraviesan los pueblos, parando cuando y donde nos apetezca. Podemos así descubrir los paisajes, los entornos que rodean las poblaciones e ir recorriendo los pueblos de una zona, deteniéndonos en uno más tiempo si nos apetece.
Fortalecer el vínculo familiar.
Cuando se viaja en familia el vínculo entre sus miembros se hace más fuerte, pues se pasa más tiempo juntos sin las distracciones habituales y se comparten momentos únicos. Si a esto sumamos el hecho de compartir un reducido habitáculo que los peques conciben como una casita en miniatura llena de misterios, el viaje puede ser toda una aventura para ellos. Además, el slow travel implica respetar sus ritmos, adaptarnos a sus necesidades, gustos e intereses. Hace unos años no se me habría ocurrido una ruta por los parques de una ciudad o echar una tarde entera jugando a las películas tumbados en el césped, pero con mis peques no sólo me parece lo más natural sino que, de hecho, es lo que más me puede apetecer.
Con la bici a cuestas
Esta forma de viajar no te obliga a ir de sitio a sitio con la autocaravana: también puedes echar las bicis al maletero y utilizarlas como medio de transporte para recorrerte ciudades, pueblos y entornos naturales. Con los peques, además, puedes utilizar sillas apropiadas para la bici o incluso los carros-remolque, que están permitidos en muchos países (no obstante, antes de viajar conviene asegurarse de que así sea). Las bicis son perfectas tanto para escaparse a una compra rápida si has pernoctado en una zona a las afueras de una población, como para hacer una excursión campestre, pues hay numerosos itinerarios recomendados en las distintas zonas geográficas nacionales y europeas que te pueden descubrir paisajes increíbles.
Pequeñas escapadas.
Tener una autocaravana te ofrece la posibilidad de improvisar una escapada cualquier fin de semana sin necesidad de preparar ni organizar demasiado el viaje. Es como una escapada de un día, pero pernoctando, lo que te deja ir con más calma, descansando, pues dispones de más tiempo para descubrir la zona. Es una forma de conocer tu entorno más cercano -tu provincia, tu región- lo que, sin duda, esa una gran enseñanza para los peques. Por ejemplo, conociendo la berrea en la Sierra de Cazorla o la Sierra de Baza, descubriendo las peculiaridades geológicas del Torcal de Antequera, disfrutando de los almendros en flor del Valle de Lecrín, de las playas vírgenes de Cabo de Gata o de la fauna y flora singular del Parque de Doñana.
Viajes de larga duración.
Otra opción aun más emocionante es la de coger la autocaravana y recorrerte un país o una zona durante una buena temporada. Con todo el tiempo a tu disposición, puedes viajar siguiendo una ruta más o menos estudiada e ir descubriendo el mundo que te rodea. Recorrer Europa de esta manera es increíble. Pero también se puede aspirar a más. Hay quien recorre el mundo en familia en autocaravana, para lo cual se requiere mucho tiempo –además de financiación y de un control de los niños en edad escolar- pero tiene que ser una experiencia maravillosa. Y por último, está la opción de alquilar la autocaravana en el destino, opción recomendable para destinos lejanos: Estados Unidos, Canadá o Nueva Zelanda son países que están fomentando este tipo de turismo –especialmente el último, que pone a disposición de los viajeros rutas y sitios de pernocta especialmente indicados-.
Y vosotros, ¿os animáis al slow travel?
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