Grumetes a cubierta!. No todos los cruceros son marítimos (ver aquí), también los hay fluviales y con grandes posibilidades en varios paises europeos destacando Francia. ¿Os apetecería vivir la experiencia de pasar unos días dentro de una casa flotante?. En vuestra ruta encontraréis aguas tranquilas, verdes paisajes, encantadores pueblos, castillos, abadías, frondosos bosques y playas. Incluso os podéis llevar las bicicletas a bordo.Y todo esto sin permiso de conducir. Navegar por alguno de los numerosos ríos o canales franceses es una estupenda opción cuando se quieren programar unas vacaciones diferentes y especiales en familia.
Como dirían por Cuba, nos da tremenda alegría recibir vuestros relatos viajeros. Gracias por compartirlas con todos, nos las podéis hacer llegar para su publicación via contacto(@) familiasenruta.com. El siguiente texto y fotos son autoría de nuestro amigo Josep Maria Gené y narran la experiencia de su familia de cuatro miembros (dos hijos de 11 y 13 años), durante una semana de crucero en el rio Lot en el año 2011. Se trata de un buen tutorial con los consejos y recomendaciones de esta salida familiar.
Los previos.
Antes de tomar una decisión acerca de la zona a visitar, es aconsejable conseguir un mapa desplegable con el trazado de todos los cursos navegables. Esta información está disponible en los sitios oficiales de info turística franceses (en la web). También vale la pena preguntar a algún conocido/a francés o que conozca las diferentes regiones y sus características. Hay que tener en cuenta que la navegación en sí tan sólo es el medio en que nos movemos, aunque sea original y novedoso, y que sin el entorno apropiado y las posibilidades de visitar lugares igualmente especiales, la experiencia pierde encanto. Otro aspecto a considerar es que si se dispone de más de una semana de vacaciones, hay que prever qué se hace y cómo antes o después del crucero.
Si la zona tan sólo cuenta con el atractivo del turismo fluvial, deberemos desplazarnos a otras comarcas para completar nuestras vacaciones, por lo tanto en el trabajo de investigación previo está la clave para unas vacaciones redondas. Un orden lógico sería localizar las compañías que ofrecen este servicio en internet i explorar sus ofertas y puertos de embarque, en busca de la combinación ideal de precio, disponibilidad y referencias de otros usuarios. Todas las webs que consultamos ofrecían la página en español, y ante cualquier duda el servicio de atención al cliente también ofrece atenderle en su idioma.
Consideraciones sobre la elección del barco:
Si el viaje se organiza entre dos o más familias, existe la opción de contratar un barco con capacidad de 12 pasajeros e incluso más. Económicamente es más conveniente y con tanta tripulación las tareas de conducir, maniobrar, amarrar y cruzar inclusas son más llevaderas, pero lo que ahorramos en este sentido lo perdemos en autonomía, intimidad y maniobrabilidad.
Reserva y contrato del barco.
Una vez decidimos ya el trayecto a recorrer y la compañía que nos ofrece mayor confianza, contactamos y esperamos la confirmación de que tal gama y modelo están disponibles en la fecha solicitada. Atención, en temporada alta (segunda mitad de julio y todo agosto) las demandas son tremendas (y los precios otro tanto) por lo que conviene no relajarse y dejarlo para el final. Cuatro o cinco meses de antelación creo que es un buen margen para garantizar una reserva. A partir de la confirmación de nuestra reserva, se nos pide un pago anticipado de un 60 % del coste total. Poco antes de la fecha de embarque se nos cobra el resto de la factura. Cada pago se refleja en un recibo que mandan por correo y donde consta el total, la parte anticipada y el resto a pagar. En nuestra relación con la naviera, la sensación de seriedad y confianza se mantuvo hasta el final.
El crucero y sus condicionamiento.
Sea grande o pequeña, en una embarcación la gestión del espacio es uno de los dilemas con que los constructores demuestran su ingenio. El equipaje debe ser reducido a su mínima expresión. Lo básico e imprescindible. Las bicicletas son un elemento práctico a la hora de explorar los pueblecitos que nos iremos encontrando en el curso del viaje. Podemos llevarlas de casa o bien alquilarlas en la base-puerto de la compañía. Cada modelo de barco dispone de un espacio casi pensado para aparcarlas. A lo largo de muchos ríos navegables se dispone de un camino o sendero que discurre paralelo al cauce, en ambas orillas (los conocidos “caminos de sirga”) y que es ideal para recorrer en bicicleta al mismo ritmo que avanza la barca por la corriente.
Al inicio del viaje, antes de zarpar se nos instruye sobre el contenido del barco, su manejo, las normas que se deben respetar y la técnica de cruzar las inclusas. Asimismo se nos entrega un mapa fluvial, bastante detallado, en el que se nos indica el trazado que hay que seguir, la aproximación a las inclusas y los distintos embarcaderos que encontraremos , entre los que debemos distinguir los embarcaderos naturales (zonas de amarre al lado del camino, marcados con señales verdes, donde podemos bajar a recorrer el entorno) y los embarcaderos que se sitúan a la orilla de los diversos pueblos, que tienen entre otras cosas, tomas de luz y de agua, mayor capacidad de amarre y en bastantes ocasiones un camping municipal cercano que ofrece a muy bajos precios la posibilidad de usar sus sanitarios y duchas. Estos segundos son los lugares más prácticos para pasar la noche, ya que siempre vamos a tener compañía y como la vida en el barco se hace al aire libre, es común acabar estableciendo contacto con los vecinos y también es muy probable volver a coincidir de nuevo.
Al iniciar el crucero se recomienda un recorrido determinado, teniendo en cuenta que debes regresar la noche anterior a la devolución del barco, ya que el último día está prevista la limpieza a fondo del barco y su entrega antes de las doce del mediodía. El manejo del barco depende de la eslora del mismo. Algunas embarcaciones (las más completas) disponen de dos puestos de conducción; una exterior en la cubierta superior y otra interior. A grandes rasgos el manejo de una barca supone media hora de instrucción y medio día de práctica, a partir de esto se debe atender al mapa fluvial y a las boyas que señalan por dónde debes navegar y las zonas de posible embarranque.
Capítulo aparte merece el tema de las inclusas. En los manuales se explica con detalle cómo actuar en cada momento, pero la práctica es la mejor manera de conseguir la seguridad necesaria. En este apartado, el manual nos dice que “aunque ahora no lo crea, y le parezca muy complicado, llegará un momento en el que se alegrará cuando llegue a una inclusa”. Al leerlo por primera vez pensé que se trataba de un “quitamiedos” algo exagerado, pero durante el crucero acabé de entender el porqué de esa afirmación. La navegación en sí es amena pero no excitante, y los momentos “de calidad” son los que de repente implican a toda la tripulación. Al aproximarse a una inclusa hay que amarrar al embarcadero más cercano, donde alguien debe desembarcar y dirigirse a pie a la inclusa para abrir las compuertas accionando las manivelas (si se la encuentra cerrada), mientras el “capitán” dirige la barca a la inclusa y los grumetes lanzan los cabos arriba. Toda la logística de esta operación implica a todos los pasajeros, lo que convierte el paso de inclusas en la parte más “activa” del crucero. Los navegantes solitarios se ven obligados a esperar la llegada de otra nave para superar este trámite.
Cuestiones prácticas.
A la hora de calcular la viabilidad económica del viaje, nos planteamos los costes de cinco o seis noches de hotel para una familia de cuatro, más las inevitables comidas en restaurantes, más los extras habituales y finalmente sacamos la conclusión de que sin ser barato, es comparable al alquiler de un mobil-home que navega. La atención al pasajero está muy cuidada, ya que de ello depende la reincidencia. Los técnicos de la empresa recorren el trayecto en furgonetas y si no te funciona la nevera (cosa que puede suceder) vienen a resolver tu problema.
Balance final.
Una semana navegando por cualquier rio o canal francés es una manera diferente de plantear unas vacaciones especiales, de las que dejan un recuerdo profundo.
Textos y fotos: Josep Maria Gené
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