Custodia consensuada: vida tras la separación


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Custodia consensuadaLa familia unida entorno a la pareja es ese ideal socialmente construido que la publicidad se encarga cotidianamente de poner en un pedestal. Pero la realidad es tozuda y la separación de la pareja es un fenómeno a la orden del día que no obstante sigue envuelto en una cierto halo de prejuicios, como si fuera algún tipo de maldición de la que deben ocuparse inevitablemente una legión de profesionales y especialistas. ¿Qué sucede cuando una pareja con niños se separa?. ¿A que acuerdos llega?. ¿Con quién viven los hijos y quién se queda con la casa?.

Son preguntas complejas y a menudo urgentes cuando no angustiadas que cada familia resuelve a su manera y a las que el libro Custodia Consensuada, para cuestodias colores de la Editorial Litera Libros trata de ayudar a dar respuesta a la manera cómplice que lo haría un amigo con el que, dado el caso, tanto desearíamos encontrarnos para tomar un café. De la manera más honesta posible el libro muestra con once diferentes casos familiares reales otras tantos diferentes modelos de acuerdo alcanzados para llegar a una separación civilizada que no tiene que ser, ni es, ninguna madición.

Libro en venta a través de Amazon o en la Casa del Libro. Extraido de su parte introductoria y con nuestro agradecimiento a la editorial Litera Libros os ofrecemos íntegro el siguiente capítulo introductorio:

HAY VIDA DESPUÉS DE LA SEPARACIÓN

Cuanto más analizábamos las entrevistas que han servido a la elaboración de este libro, cuanto más hablábamos del tema y más información recabábamos, más nos dábamos cuenta de que, aunque la separación se suele presentar como una discontinuidad, como una ruptura en la vida de la gente, eso no es del todo cierto. Sí que es indiscutible que se produce una ruptura sentimental entre la madre y el padre y que probablemente no vuelvan a vivir juntos, ni a acostarse juntos, ni a tener hijos juntos..., pero en lo que al día a día se refiere —tanto del padre como de la madre o de los hijos y las hijas— muchas cosas seguirán teniendo mucho que ver con lo que sucedía antes de que la familia se separase.

No.

No todo lo que va a suceder en una familia que se separa es achacable a la separación. Decir eso sería muy injusto y sobre todo sería falso.

Cuando hablamos de procesos de separación, de repente empezamos a hablar de responsabilidades económicas, de reparto de los días, de cuidado de los niños, de viviendas adecuadas, de estabilidad emocional, de necesidades afectivas, de quién tiene la última palabra, si la madre o el padre... Empezamos a hablar de todas esas cuestiones como si salieran de la nada, como si no fueran cuestiones que la familia unida debía afrontar día a día. Nadie se plantea en una familia unida quién tiene la última palabra, si la madre o el padre. Nadie. Si hay que operar a un niño y la madre quiere y el padre no, en un caso de familia separada esta disyuntiva generaría ríos de tinta, hablarían abogados, hablarían especialistas...En un caso de familia unida nadie pensaría ni siquiera. Hay vida antes de la separación en entrometerse. Nadie se sentiría capacitado para entrar en esa discusión. Se supondría que pertenece al ámbito privado y que es allí donde debe resolverse.

Con la separación sucede algo muy violento y es que de golpe el espacio privado por definición que es la familia se ve abierto en canal y convertido en espacio público, como si las paredes y las puertas de una casa se volvieran transparentes o se demolieran.

Y lo mismo con todas las demás cuestiones. Nadie se plantea en una familia unida si el padre o la madre ofrecen a sus hijos el nivel de vida necesario o la mejor vivienda posible. La familia tiene el nivel de vida que tiene y punto. Puede que el padre y la madre trabajen y ganen la misma cantidad de dinero. Puede que uno trabaje y otro no. Puede que uno trabaje muchas horas y el otro nada. Puede que estén los dos en paro. Puede que uno se ocupe siempre de los hijos o que lo repartan al cincuenta por cien o setenta-treinta. Puede que el padre sea muy cariñoso con sus hijos y la madre muy fría. Puede que a uno de los dos le guste mucho jugar con ellos y el otro esté cansado y solo quiera ver la tele. ¡Puede incluso que uno haya querido tener hijos y el otro no!

¿Se sienten más queridos los hijos de las familias unidas?

¿Les quieren más sus madres y sus padres?

¿Son más cariñosos?

¿Les dedican más tiempo?.

Cada familia resuelve su situación familiar como quiere o como puede pero nadie entra a juzgarla. Nadie intenta clasificarla, encasillarla. Nadie le dirá a un padre que trabaja casi todo el día y ve poco a su hijo que tiene obligatoriamente que pasar la tarde del miércoles con él. Nadie le dirá a una familia que según sus necesidades va haciendo sus turnos y sus maniobras, que debería escribirlo todo en un acuerdo y que el padre y la madre tendrían que especificar cuánto van a aportar económicamente a la familia, qué tardes van a dedicar a los hijos, quién hará la comida, cuánto van a gastar en ropa...

No solo la obligación de firmar este acuerdo les sonaría absurdo a las familias sino que a muchos les irritaría, les cabrearía sobremanera, lo vivirían como una intromisión en su intimidad, en algo que solo les pertenece a ellos. Conocemos a pocos padres y madres que vivan juntos y se sientan socialmente juzgados como padres y madres.

Otro tópico que nos gustaría ayudar a desmentir con este libro es el de las discusiones entre los padres y las madres separados. No vamos a decir que estas no existan, no vamos a decir que no puedan ser numerosas, ni violentas, ni desagradables, ni que afecten a cuestiones importantes. Eso no lo vamos a decir porque este es un libro hecho desde la realidad. Lo que sí podemos decir con toda tranquilidad es que todas esas  discusiones también se producen en la familia unida. Como nos cuenta uno de los entrevistados del libro:

Mi hijo se quiere ir de viaje de fin de curso con su clase al extranjero. Su madre es favorable a que lo haga y yo no. No sé cuánto nos costará ponernos de acuerdo: dos, tres llamadas de teléfono. Seguro que son un poco duras y, bueno, igual levantamos un poco el tono, pero si estuviéramos viviendo juntos y fuéramos todavía pareja estaríamos discutiendo del viaje del niño todas las noches una y otra vez sin avanzar y sería mucho más engorroso y desagradable. Ahora, cuando discutimos algo sé que, por muy difícil que sea, acabaremos encontrando una solución y que esas discusiones no contaminan toda mi vida.

Con esto no queremos hacer apología de la separación y decir que es más fácil discutir las cuestiones desde la distancia. Lo que queremos decir es que la realidad es siempre mucho más compleja que los tópicos y que hay que observarla con atención antes de hablar. En la familia unida también existen infinidad de discusiones y hay que llegar a infinitos consensos día a día. Hay vida antes de la separación. Sí, es verdad, cuando la familia está unida, se supone que el padre y la madre se quieren más y están metidos en el mismo proyecto y reman en la misma dirección y eso facilita las cosas, pero aunque esto sea realmente cierto, tampoco lo es menos el hecho de que el día a día, el roce cotidiano, también desgasta mucho a las parejas.

Una familia unida también tiene que decidir quién lleva a los hijos al colegio, quién los recoge, quién los lleva a extraescolares, e incluso a qué extraescolares van.

¿Quién decide si es mejor que la hija toque el piano o el violín o cante en un coro o estudie informática? ¿La hija? ¿El padre? ¿La madre?.

En una familia unida también hay que decidir cuanta ropa se les compra y si es ropa cara o barata o moderna o clásica y qué tipo de comida se come: si se opta por una más sana o una más precocinada y hay que decidir si se les permite a los hijos y las hijas comer bollos o gominolas o helados y si se les deja hacer un viaje al extranjero o ir a la discoteca o dejarse los estudios. Y lo que es más importante: padres, madres e hijos toman estas decisiones sin estar forzosamente de acuerdo. Dentro de las familias unidas hay toda clase de presiones, áreas de influencia, luchas de poder, equilibrios, preferencias, debilidades, desequilibrios, roles.

Podría suceder que fuera el padre el que siempre le comprara gominolas a su hija y que fuera la madre la que se empeñara en que comiera más sano, o que fuera la madre la más preocupada por que estudiara inglés y el padre el que pensase que eso no sirve para nada.

¿Quién quiere más a su hija?

¿Quién es más responsable?

¿Quién le hace el mayor bien?

Estas disyuntivas son las típicas disyuntivas de las que hablamos cuando hablamos de familias separadas: «su padre se pasa el día comprándole gominolas y parece el bueno y yo la mala» o «su madre está empeñada en que vaya a inglés y no se da cuenta de que nuestra hija acaba agotada el colegio y lo que necesita es descansar».

De repente se duda de la capacidad de un padre o de una madre para criar a sus hijas y a sus hijos cuando antes, cuando vivían juntos, nadie se lo cuestionaba.

El padre que no quiere por nada del mundo que su hijo se compre una moto seguirá cuando se separe haciendo lo posible por que no se la compre. Es raro que un padre que no quiere que su hijo vaya en moto, cuando se separe se la compre. Lo que sí puede suceder cuando se separen es que la madre sí se la compre. Al separarte hay una parte de la vida de tus hijos que escapa a tu control, pero bueno, ¿acaso eso solo sucede cuando te separas?

¿No existen a medida que ellos crecen cada vez más partes de su vida que crecen al margen de ti?.

Más allá de juzgar quién de los dos quiere más a su hijo o es más capaz de criarla, lo único seguro es que cuando la madre y el padre se separan la presión del otro se vuelve más débil y cada uno tiende más a hacer lo que quiere. En ese sentido, una pareja que se separa en realidad tiene muchas menos cosas que consensuar que una pareja que vive junta. Nadie va ya a querer que el otro cambie ni que se adapte, ni que mejore, ni que le entienda y le acepte. El padre y la madre saben dónde están cada uno y quiénes son. Las discusiones se vuelven igual más duras, más ásperas, pero también más claras.

La manera en la que una familia se separa tendrá mucho que ver con la manera en la que vivía esa familia y sobre todo con cómo son la madre y el padre como individuos al margen de lo que eran dentro de la familia unida.

+ info:

Editorial Litera Libros

 

 

 

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