El mundo es como un libro abierto, quien no viaja solo ha leído la primera página. Qué mejor que iniciar un viaje y abrir el libro caminando por un territorio lleno de historias, entre gentes y culturas diversas, paisajes y animales sorprendentes. Aprender es mucho más que cubrir un expediente académico. Cada nuevo contexto permite comprender y dar sentido a los nuevos conocimientos. Este será el auténtico aprendizaje, lejos del puramente mecánico o memorístico (solo útil para aprobar un examen). Este será útil para toda la vida.
Como viajeros, alcanzar el destino quizás sea uno de los objetivos, pero será en el trayecto donde se aprenda. De las sorpresas que esperan, de los retos y oportunidades que los viajes regalan.
El mundo es el mejor libro que tenéis. Y en un viaje en familia todos aprenderéis: hijos y padres abriréis el libro y ¡zas!, os zambulliréis
Encontraréis páginas que esperan ser leídas, donde se entremezclan conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Y mientras viajáis y mi-
ráis con nuevos ojos, os iréis formando en un máster de educación para la vida, un máster de formación personal.
CONOCIMIENTOS QUE SE ADQUIEREN
Años y años hundiendo codos, quietos, sentados delante de un libro para luego olvidar el 90% si no se pone en práctica. El viaje es ese temario perfecto para aprender en movimiento, con práctica y experimentación para poder recordar al máximo. Os invitamos a sumergiros en estas páginas y descubrir qué podrán aprender vuestros hijos (¡y vosotros!) viajando.
Geografía. Empezáis el viaje, quizás con un mapamundi en la mano. Después del traslado en coche, avión, tren, carro, caballo, burro o dromedario advertiréis las dimensiones y distancias. Al llegar y reconocer el lugar, podéis ubicarlo en el mapa. Necesitaréis orientaros en el territorio, recorriéndolo paso a paso y saber dónde está, por ejemplo, el alojamiento o el restaurante.
Ciencias naturales. Saldréis de excursión y os convertiréis en naturalistas, biólogos, geólogos, astrónomos, físicos y químicos.Aprenderéis del planeta Tierra con la curiosidad de un científico. Conoceréis las llanuras, volcanes, playas, desiertos, glaciares, selvas, mares que se están secando, la formación de nuevo suelo, islas que se hunden...
Lengua e idiomas. ¡Hola! Hello! ¿Cómo se dice...? Necesitaréis comunicaros, pero tranquilos, lo conseguiréis con un diccionario en mano y con la mejor academia de idiomas y los mejores profesores nativos que el viaje os ofrece. Y si os falta vocabulario, aprenderéis lo importante del lenguaje corporal: una mirada, una sonrisa, gestos o quizás señalar una imagen. Escribiréis un blog o cartas a vuestros familiares y amigos. Leeréis la información turística del lugar, la agenda, los periódicos o los carteles de los lugares.
Historia, cultura y arte. En la preparación os vereis envuelto en lecturas para conocer el lugar donde vais a viajar, sus gentes, sus costumbres, para ir preparando el aterrizaje. Una vez allí y en vuestros paseos os encontraréis con nativos y conoceréis su cultura e historia viviendo y conviviendo con ellos. Conocer a los protagonistas y los lugares donde ocurrió la historia escrita os sumergirá en el pasado. Recordaréis y entenderéis qué ocurrió, por qué, para qué y así podréis entender y aceptar algo más el presente.
Admiraréis las obras de arte, la creación de artistas reconocidos y anónimos observándolas en museos, en las calles, en las construcciones, en la arquitectura, bailando y sintiendo su música, disfrutando de la rica gastronomía de cada lugar. El viaje es un placer para los sentidos.
Matemáticas. El tiempo va pasando, los kilómetros recorridos van sumando y se despierta la curiosidad: ¿Cuánto dinero nos queda? ¿Cuánto falta para llegar? ¿Qué distancia hay hasta las estrellas que vemos iluminadas? ¿Cuántas personas suben al Monte Fuji cada año? Hay miles de problemas que el viaje invita a resolver. Ya no os preguntaréis ¿y esto para qué sirve? Buscaréis el resultado para la vida real.
Educación física. Viajaréis por aire, por tierra o por agua. Andando, corriendo, saltando, nadando, jugando. Viajar será como estar inscrito en el mayor polideportivo: natación en el Mar Muerto, senderismo por los Alpes, ejercicios de equilibrio en los puentes colgantes de Costa Rica, una carrera para no perder el tren que os llevará al próximo destino, una demostración de fuerza para llevar las maletas hasta el alojamiento...
Autoconocimiento. Quizá no sea vuestro objetivo, pero mientras descubrís paisajes externos iniciaréis también un viaje interior hacia paisajes internos, aprenderéis a escucharos, a conectar con vosotros mismos, con vuestras necesidades, emociones y sentimientos.
HABILIDADES QUE SE DESARROLLAN
Quizá sean los viajes los que, por la mayor variabilidad de opciones inesperadas, muestran más directa y constantemente retos y oportunidades para formarse como personas de manera integral. Ya sea consciente o inconscientemente se desarrollan habilidades y capacidades que serán útiles para toda la vida.
Emprender. Un nuevo viaje es un nuevo proyecto en la vida.Y todo nuevo proyecto surge en el instante en que se toma la decisión y se comienza a soñar planeando la ruta del viaje. Llevar a cabo una iniciativa es parte del espíritu emprendedor.
Organizar. Todo viaje requiere un mínimo de organización y planificación. Y más aún si se viaja con niños y de forma independiente. Si se les escucha y se valora su opinión podrán participar en los preparativos: hacer las maletas, buscar información del lugar...
Nombrar lo que se debe hacer en el trayecto es suficiente para que entendáis cómo se aprende a organizarse: buscar el alojamiento, combinar trayectos y tiempos, comprar los pasajes de un lugar a otro -sin perderlos-, llevar siempre los pasaportes y tantas otras acciones que son ineludibles a lo largo de un viaje.
Improvisar. Todo está preparado para el viaje pero... ¿quién no se ha encontrado con un obstáculo a la hora de viajar? Ya sea por causas burocráticas, de transportes o de alojamiento, constantemente os enfrentaréis a retos que tendréis que superar a base de improvisación y adaptación.
Socializar. Constantemente tendréis oportunidades de poner en práctica las habilidades sociales para conocer gente, para conversar y entenderos, para jugar, para pedir ayuda, para escuchar...
Estableceréis encuentros con personas que nunca antes os hubierais imaginado. A raíz de esto pueden surgir nuevas amistades, nuevas conexiones que pueden durar largo tiempo en la distancia con la persona y con el lugar.
Adaptación. Si como viajeros queréis conocer una cultura más a fondo, para aprender de ella, para dejar que su gente, su historia y su paisaje dejen una huella en vosotros y en vuestros hijos y que os acompañen toda la vida, no dudaréis en adaptaros. Aprenderéis a tener una visión más amplia del mundo y a obtener una perspectiva más clara de vuestra vida.
Trabajo en equipo. Hay mucho por hacer y todos podéis participar y sentiros parte del equipo cooperando. Aprender que todo viaje supone una dedicación, un esfuerzo y asumir responsabilidades os hará sentiros más unidos.
Cuando se viaja en familia existe una premisa muy utilizada que es pensar que si los niños están bien, todos están bien. Para trabajar en equipo es clave considerar que todas las necesidades del grupo deben estar cubiertas, empezando por las de aquellos que son más dependientes.
Existen viajes donde la cooperación y responsabilidad que cada uno debe asumir es imprescindible. Viajes solidarios como voluntarios en algún proyecto o trabajar en una granja ecológica son ejemplos claros de viajes donde todos están implicados en una acción o en un objetivo común.
Negociación y gestión de conflictos. En la mayoría de países
del mundo negociar es básico para la vida diaria. Quien ha viajado a Marruecos o a la India sabrá que regatear es imprescindible y reconocerá que es todo un arte.Tomar decisiones y llegar a acuerdos es un ejercicio constante en un viaje, más aún cuando se viaja en grupo o en familia. Miles de oportunidades para escoger y tomar decisiones: ¿Dónde vamos? ¿Qué comemos? ¿Dónde dormimos hoy? Además de tener que resolver todos aquellos retos imprevistos que surgen en el viaje.
VALORES Y ACTITUDES QUE SE FOMENTAN
Más allá de los conocimientos, durante el viaje, durante la vida, os acompañarán los valores. Serán la guía que os ayude a actuar de manera responsable frente a diversas situaciones. Observaréis valores universales, se movilizarán valores que acogeréis como propios por imperativo ético gracias a las vivencias compartidas con otras personas, en diferentes culturas, entornos y situaciones.
Libertad. Un viaje que se escoge y se decide iniciar da la oportunidad de experimentar una libertad que posiblemente hasta entonces era desconocida. Esta libertad implica romper vínculos y dependencias que atan, que anclan. La libertad que se siente al viajar permite conectar con las propias emociones, escuchar las necesidades e intereses, conocer las posibilidades, limitaciones y oportunidades.
Responsabilidad. Gracias a la libertad será más fácil tener conciencia de la responsabilidad que se asume en cada acción. En cada decisión tendréis más poder para reflexionar y orientar vuestras acciones valorando las consecuencias.
Curiosidad. El ser humano nace curioso, ávido por aprender y descubrir su entorno para sentirse integrado. La novedad de un viaje favorece asombrarse por los paisajes, los sabores, los olores, la historia, los hábitos. Anima a buscar respuestas caminando, preguntando, observando. La curiosidad se instalará en la familia y será siempre un motor para aprender de las experiencias que toque vivir.
Paciencia. El menú de opciones para entretener a vuestros hijos puede agotarse durante un trayecto largo, en la puerta de embarque o en la fila para entrar a algún sitio, pero la recompensa llegará. A veces serán ellos los que al vivir intensamente el presente os den lecciones sobre el tiempo.
Sencillez. No se puede viajar con todo. Menos mal. Por fin una oportunidad para reconocer lo importante, para no acumular y quedarse con lo mínimo necesario e improvisar y ser creativos sobre la marcha con lo que se tenga en la mochila.
Tolerancia. La mejor lección de tolerancia que se puede recibir y dar será cuando alguien que no te conoce, que te ve diferente en los rasgos físicos, en la forma de vestir y actuar, te ofrece una sonrisa, un gesto agradable y toda su hospitalidad.
Igualdad. Las diferencias son relativas. Y si no, dejad un rato a vuestros hijos jugar con los niños del lugar. No habrá idioma, ni frontera cultural cuando se cruce una pelota o un cubo para jugar en la playa.
Romper prejuicios y estereotipos. Viajar da la oportunidad de conocer gente de todo el mundo. Culturas totalmente contrapuestas, con formas de vida totalmente diferentes. Pero todos son dueños de una misma característica: su humanidad. Viajar ensancha la vista, enseña a mirar más allá, enseña a pensar por uno mismo y no por lo que te dicen. Convivir con personas de otras culturas nos vincula a ellas y de esta manera ayuda a vencer estos prejuicios que tan extendidos están.
Solidaridad. La solidaridad seguramente será el mejor regalo que podréis ofrecer y recibir mientras viajáis al compartir hogar, alimentos, sentimientos, abrigo, etc. con otro ser vivo (no solo personas, también animales).
Biofilia: amor a la vida. El contacto hace el cariño y al viajar compartiréis vivencias junto a animales y plantas; os sentiréis llenos de vida y como un hijo más de la madre Tierra. Todo está interconectado y comprenderéis que al acercaros a la naturaleza os acercáis a vosotros, al respetarla os respetáis, al cuidarla os cuidáis.