- Espere, por favor...
Viajar a Estados Unidos con niños es una oportunidad que toda familia viajera debería intentar disfrutar alguna vez. Para nosotros, viajar con nuestros hijos es tan motivante e ilusionante que cada año intentamos aprovechar las oportunidades que tenemos para vivirlas juntos. Son tantos los destinos que resulta difícil elegir. Nuestra economía, la disponibilidad de tiempo y los diversos intereses pueden condicionar nuestra decisión. Pero, lo cierto es que normalmente son las personas las que nos ayudan a tomar la última decisión. Amigos o desconocidos que nos ofrecen su hospitalidad suelen ser la excusa perfecta para salir de casa.
Estados Unidos es un destino perfecto que siempre ofrece recompensas seguras. Sin embargo, es un país de un nivel económico elevado y eso encarece la estancia allí. Este fue uno de los motivos por los que planteamos nuestro recorrido allí como un "viaje solidario" y fue así como, a través de diversas páginas en internet, contactamos con familias que se ofrecieron a alojarnos.
Teníamos claro que queríamos conocer la región noreste del país pues deseábamos aprender un poco sobre la colonización de aquellas tierras y su expansión hacia el oeste. Todo lo que supuso para sus antiguos pobladores y para los colonos que buscaban oportunidades en una nueva vida. Si quieres saber más detalles de la ruta puedes consultarla aquí.
Llegamos a New York (Official Guide to NYC) cargados de ilusión y nos alojamos en casa de unos amigos que nos ofrecieron una habitación en su apartamento cerca de Central Park. Con unos anfitriones así podéis imaginaros que disfrutamos de lo lindo de la Gran Manzana. Era la primera vez que nuestros hijos visitaban la ciudad de los rascacielos y "fliparon" desde el primer momento. La ciudad está preparada para acoger a los niños: parques y jardines tienen lugares de juegos, los museos reciben a los niños con múltiples actividades y muchos restaurantes suelen ofrecer pequeños juegos para entretener a los más pequeños mientras esperas a que te sirvan la comida.
Desde allí nos dirigimos a Washington en tren. AMTRAK ofrece múltiples recorridos con diversos precios. De todos modos, si necesitas viajar más barato -nosotros aprovechamos unos bonos de descuento que nuestros amigos nos regalaron- es mucho mejor recurrir al bus y a empresas como MEGABUS que ofrece tarifas muy ventajosas.
Washington es una ciudad especial y única con una gran cantidad de museos cuya visita es totalmente gratuita. Todo el paseo desde Capitol Hill es una sucesión de museos de diferentes temáticas que hacen las delicias de toda la familia. El Museo de Historia Natural, el Museo Smithsonian del Aire y el Espacio, la National Gallery y muchos más. Necesitarías más de una semana para recorrerlos todos y acabarías estenuado. En todos ellos hay servicio de cafetería pero si quieres huir del "fast-food" te recomendamos el restaurante de la National Gallery y el del Museo de los Nativos Americanos con comida "de verdad" y para todos los gustos.
No podemos irnos de la capital del país sin recorrer los memoriales a algunos de los presidentes de la nación y a personas ilustres como Martin Luther King. Descansar junto al monumento a George Washington mientras cae el sol y la sombra del monumento al Presidente Washington se alarga sobre los jardines del Capitolio es una delicia ya que los días son húmedos y calurosos en los veranos de la capital federal.
Desde allí llegamos a Boston disfrutando de un largo viaje en tren a través de bellísimos paisajes. Con el firme propósito de disfrutar de la ciudad y ahorrar dinero y, tras la sobredosis de museos que nos habíamos dado en la capital, decidimos limitarnos a leer mientras nuestros hijos jugaban en los parques con otros niños, disfrutar de picnics en cualquier lugar y recorrer el Freedom Trail. Marcado con adoquines, el Freedom Trail recorre todos los lugares emblemáticos de la ciudad y puedes conocer su historia al detalle sin perderte. Simplemente: "sigue el camino de adoquines". Boston es una ciudad bulliciosa y llena de vida, desborda buen rollo en cada rincón y acoge al visitante desde el primer instante. Puedes encontrar muchas recomendaciones en City of Boston y en el Boston City Pass.
Allí empezó nuestro verdadero "road trip". Alquilamos un coche y nos lanzamos a la carretera. Estados Unidos es perfecto para viajar en coche. Son muchas sus rutas emblemáticas que soñamos recorrer algún día. Buenas carreteras, buenas indicaciones y poca velocidad. Es perfecto. Para empezar, nos dirigimos hacia el sureste del estado de Massachussets. Nuestra primera parada fue la ciudad de Plymouth y Cape Cod. Allí desembarcó el primer barco que atravesó el Atlántico - el Myflower en 1620 - cargado de emigrantes europeos que llegaron a estas costas tras una dura travesía en el océano. Llegar a estas tierras debió parecerles el paraíso pues aún hoy lo es, a pesar de estar densamente poblado. Bosques, playas, marismas, bellos pueblecitos junto a la costa e islas maravillosas que en invierno se llenan de nieve pero que, en verano, son calurosas y lucen espectacularmente verdes.
Surfeando en casa de varias familias - couchsurfing - pasamos una semana maravillosa. Nuestros anfitriones nos ayudaron a aprovechar el tiempo maravillosamente. David nos llevó a navegar en su precioso velero y nuestros hijos se sintieron marineros por un día. Tom y Deena nos llevaron a coger arándanos y Jenny nos recomendó un buen sitio para hacer kayak. Además pusimos el broche de oro con una navegación para ver a las ballenas en Provincetown y así hicimos realidad uno de nuestros sueños.
No podíamos alejarnos de Cape Cod sin detenernos en New Bedford pues fue aquí donde Herman Melville ambientó su inolvidable historia sobre la ballena blanca, Moby Dick. La capilla que sirvió de punto de partida a aquel duro viaje y el museo sobre la historia de los balleneros, que hoy se ha convertido en una sociedad para la protección de los grandes cetáceos, bien merecen una visita.
Seguimos recorriendo el estado de Massachussets en dirección noroeste para dirigirnos a Lexington y Concord y profundizar en la historia de la fundación de esta nación. Pueblos encantadores cargados de historia y la vida de grandes escritores y filósofos se entremezclan en aquellos bosques de robles y hayas. Henry D. Thoreau escribió su preciosa obra "Walden" tras pasar 2 años, 2 meses y 2 días alejado del "mundo" en Walden Pond, apenas a unos kilómetros del pueblo en el que pasaría la mayor parte de vida. "Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, para afrontar sólo los hechos esenciales de la vida...". Este escritor y filósofo junto con otros pensadores y escritores como Emerson o Mary Alcott, crearon toda una corriente de pensamiento llamada "trascendentalismo" que inspira nuestro amor por la vida y nuestro respeto por la naturaleza, así como el ansia de "ir a los bosques y vivir deliberadamente".
El estado de New York es mucho más que su famosa ciudad homónima y atravesarlo en coche para alcanzar la ciudad de Buffalo es toda una oportunidad para disfrutar de paisajes y bosques, de bucólicas granjas y de ciudades históricas como Seneca Falls donde en 1848 se celebró la primera convención por los derechos de la mujer. Leer ese manifiesto grabado en las paredes del monumento conmemorativo emociona a cualquier persona convencida de que aún sigue siendo necesario seguir luchando por conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Emociona la clarividencia de aquellos que se reunieron por unos días en esa pequeña ciudad dando un paso adelante en un camino en el que todavía tenemos mucho por recorrer.
Y llegamos a las cataratas del Niágara, Niagara Falls National Park, y nos dejamos llevar por su belleza e impresionantes cascadas. Todo está preparado para poder hacer muchas actividades cual si de un parque de atracciones se tratara. Pero, lo cierto, es que es posible pasar todo el día allí sin gastar un dólar. Es un espacio abierto al visitante y accesible para todo el mundo. Recorrer los senderos, cruzar a pie la frontera a través del Rainbow Bridge para llegar a Canadá y comer un picnic mientras se descansa en los jardines. Todo esto es posible sin gastar un dólar. Bien es cierto que para salir de Canadá y regresar a Estados Unidos los adultos han de pagar una tasa de medio dólar... sí, medio dólar. A excepción de esto, el día se llena sólo paseando y disfrutando de las vistas. Necesitarás correr y gastar si quieres subir a los barcos que te acercan a las cataratas, visitar museos o hacerte fotos tipo "foto-call". Para nosotros no fue necesario.
Y, desde Buffalo, iniciamos nuestro recorrido bordeando la frontera de Canadá por el margen meridional de los grandes lagos. Esos inmensos lagos que parecen mares. Así llegamos hasta las Adirondack Mountains, la zona más montañosa del estado de New York y nos alojamos en Tupper Lake, en una casa junto a un lago gracias a la hospitalidad de la familia de Pam. Cenas hogareñas en casa de nuestros anfitriones, buen vino para los adultos y juguetes para los niños: un descanso perfecto. Paseos junto al lago y visita al Wild Center en Tupper Lake: un centro de divulgación y preservación medioambiental creado a partir de la voluntad y el esfuerzo de una comunidad de personas concienciadas para dar valor a su entorno natural. Un museo fascinante de esos de "esta prohibido no tocar" donde gozamos observando la naturaleza y su exposiciones.
Llegamos al estado de Vermont cruzando el lago Champlain en el ferry que une Port Kent a Burlington y, después a New Hampshire para recorrer las White Mountains. Puesto que no nos era posible recorrer a pie la famosa ruta de los Apalaches no conformamos con pasar unos días recorriendo senderos y bañandonos en los ríos de este estado olvidado. New Hampshire es un estado que parece alejado de todo y que presume de tener unos paisajes bellísimos. El lema del estado, como se puede leer en las matrículas de los coches, ya lo dice todo "life free or die". Sus montañas de granito ofrecen rutas excelentes para desconectar y perderse mientras temes que en cualquier momento aparezca un oso o un alce entre los árboles.
Y acabamos nuestro recorrido en Maine. La patria de Rachel Carson, la gran escritora y bióloga que podemos considera la fundadora del movimiento ecologista gracias a la publicación de su libro "Silent Spring". Ella nos había transportado hasta Maine a través de sus obras mucho antes y, por fin, pisábamos con nuestros pies las playas y bosques que ella recorrió. Nos alojamos en casa de Elisabeth y su familia en Bangor cerca de Acadia National Park y pasamos días inolvidables. Es difícil describir la belleza de Maine sin eclipsarla con la generosidad de la familia que nos alojó aquellos días. Gracias a ellos disfrutamos de la cocina típica a base de moluscos y langostas, kayaqueamos en los lagos y recorrimos el parque nacional aprovechando sus consejos. Acadia National Park (National Park Service) es de una gran belleza - a pesar de que en agosto el turismo nacional invade este parque -, los bosques llegan hasta el mar, el granito rosado se eleva en los acantilados y, a través de los senderos muy bien señalizados, se puede recorrer tanto a pie como en bicicleta.
En resumen, más de un mes de viaje, que intentamos fuese un "slow-trip", del que guardamos grandes recuerdos. América es grande, desde el norte hasta el sur, siempre te desborda y te sorprende. Pero sin duda, si debemos dejaros algún consejo en esta primera colaboración con Familias en Ruta es que os animéis a "surfear" en vuestros viajes (podéis saber más aquí). Os ayudará a conocer la esencia del país que visitéis, las entrañas de la vida real, de sus gentes y, a través de ellas, vuestro viaje será siempre inolvidable.
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