- Espere, por favor...
¿Qué tal un viaje a Chile con niños? Ni más ni menos. En el cuarto aniversario del inicio de nuestro viaje De Tierra de Fuego a las Galápagos: "un viaje más allá del fin del mundo", os contamos un poco más de este regalo que nos hicimos tras los 4 primeros años de crianza de nuestros hijos.
Sentíamos que queríamos tener más tiempo para estar juntos en familia. Así que, poco después del nacimiento de Ferran, decidimos empezar a ahorrar para intentar llevar a cabo una experiencia viajera en familia. Mientras nuestros bebés crecían, el proyecto fue tomando forma. Aquella experiencia ya está muy lejos ahora pero ha marcado definitivamente nuestras vidas.
Algunas familias nos escriben y nos piden consejos para viajar a Chile o nos consultan por los motivos que nos llevaron hasta allí. Pues bien, con motivo de este aniversario os dejamos nuestras 20 razones para volver a Chile, por supuesto, con nuestros hijos. Un estracto de un viaje de casi 5 meses por el país andino.
Es difícil establecer un orden en esta lista pero, sin duda, los 15 días que pasamos en el desierto de Atacama, cerca de San Pedro, fue una etapa inolvidable de nuestro viaje. Las texturas y colores de aquellas montañas, las dunas de arena y los volcanes, las costras de sal y los canales de riego para las huertas, la escasa vegetación y las bellas lagunas rojizas. Todo en el desierto de Atacama es inspirador. El silencio. Las noches oscuras y el cielo densamente estrellado. Tiempo. Atacama te ofrece tiempo si te detienes a contemplarlo.
No hemos vuelto a ver árboles tan grandes como los que vimos en los bosques de la Patagonia Chilena. A pesar de la intensa deforestación que sufren algunas zonas del país, lo cierto es que aún conservan grandes zonas de bosques primigenios en los que es posible asombrarse ante la visión de enormes árboles que son, realmente, monumentos naturales. Entre todos ellos, por su singularidad, nos cautivaron las araucarias y nos encantaría volver a pasear bajo sus copas mientras recogemos sus enormes piñones para después comerlos asados o hervidos ¡qué ricos!
Nunca hubiéramos pensado que llegar tan al sur con nuestras criaturas era posible, pero lo fue, y fue bien sencillo. Dicen que Ushuaia es "el fin del mundo y el comienzo de todo" pero, más al sur, está Isla Navarino y allí llegamos navegando con el Ferry Yaghan desde Punta Arenas por el Canal Ballenero y el Canal Beagle.
Chile es una buena opción si quieres visitar una colonia de pingüinos con tus hijos. Hay diversas especies y habitan en lugares diversos. Cerca de Puenta Arenas está la Isla Magdalena y el Seno Otway. En Chiloé, en los islotes de Puñihuil. Pasear entre los pingüinos y observar su comportamiento es muy interesante y, además, divertido.
A pesar de la globalización hay sabores que no pueden transportarse. Disfrutar con la gastronomía de cada país es otro de los "platos fuertes" de cualquier viaje y, sin duda, las empanadas chilenas y el delicioso mote con huesillo fueron protagonistas de muchos momentos deliciosos. Pero hubo muchos más: el pastel de choclo, la ensalada de cangrejo, los porotos, los asados, los enormes locos del océano Pacífico, el charqui, la chorrillana, el pebre, las sopaipillas y la comida mapuche....
Aprender es probablemente una de las razones más fuertes que nos lleva a viajar. Y nos encanta aprender palabras, incorporar giros a nuestra manera de hablar y dejarnos seducir por el acento de los lugareños. Los chilenos son discretos y poco avasalladores. Más bien tímidos. Quizá son prudentes en su primer contacto pero tremendamente amables y acogedores también. Sin duda una buena razón para viajar a Chile es volver a conversar con algunos de los amigos que allí hicimos y, seguro, que otros muchos nuevos surgirían.
Poco podemos nosotros decir de Valaparaíso que no haya sido dicho ya. Quizá nuestros recuerdos estén acompañados por las risas de Ernest y Ferran cada vez que subíamos a los famosos ascensores. No todos los antiguos ascensores pueden ser utilizados en la actualidad, pero aquellos que se conservan te trasladan irremediablemente a un pasado que ya no volverá.
En la historia de la humanidad hay lugares míticos y, sin duda, uno de ellos es el Estrecho de Magallanes. Fueron muchos los paseos que hicimos junto a este enorme canal de agua que comunica los océanos Atlántico y Pacífico. Allá contamos historias de los primeros navegantes europeos que pusieron pie en estas tierras y también descubrimos las leyendas de los indios fueguinos. Punta Arenas es un punto de partida perfecto para conocer el estrecho y su historia.
Sorprendente fue para nosotros tener contacto con estos animales en diversas ocasiones en nuestro viaje de sur a norte del país. Divisamos ballenas cerca de Tierra de Fuego y en los fiordos de la Patagonia en el Ferry Evangelistas. Vimos lobos marinos en Cochamó y Valdivia, disfrutamos con los juegos de los delfines mientras jugábamos en las playas de Chiloé. Era bien fácil que apareciesen en cualquier momento y todos quedábamos boquiabiertos con sus saltos y juegos en el agua.
Tener tiempo para no hacer nada. Sólo conversar y escuchar la lluvia caer. Dar de comer a los borregos. Leer, dibujar, ver la tele y jugar, escribir, pensar, cocinar. Así pasamos una gran parte de nuestro tiempo en Chonchi y Chacao, dos municipios de la isla de Chiloé. Además visitamos Castro, Dalcaue, Tenaún y jugamos en las playas. Admiramos las preciosas iglesias de madera y saboreamos la gastronomía de la isla.
Nunca olvidaremos la increíble presencia de los volcanes andinos. El Villarrica, el Osorno, el Calbuco, el Puntiagudo, el Corcovado o el Licancabur. Su silueta perfecta. Sus fumarolas. Su omnipresencia a donde quiera que vayas. Chile y su cordillera, sus volcanes. La nieve y los bosques que alfombran sus faldas hasta que la pendiente hace imposible que los árboles se encaramen a ellas.
Pensábamos que en algún momento un terremoto alteraría nuestro sueño o nos sorprendería en un paseo pero no fue así. Durante nuestros casi 5 meses en Chile hubo centenares de temblores suaves que no percibimos pero no se produjo ninguna de esas sacudidas a las que tan acostumbrados están los chilenos. Mejor así, seguramente.
Una de las mejores maneras de recorrer Chile es navegando. Nosotros tomamos un ferry en varias ocasiones y fue una experiencia fantástica para los niños y para nosotros. Viajes relajantes. Desde Punta Arenas a Puerto Williams con el Ferry Yaghan en 32 horas y desde Puerto Natales a Puerto Montt con Navimag durante casi 4 días de navegación. Además navegamos para llegar a Chiloé desde Puerto Montt o para ver pingüinos en la Isla Magdalena. Y en esas navegaciones, si algo nos sobre cogió, fue la visión de los enormes glaciares deslizándose por los valles hacia el mar.
Si algo caracteriza a las regiones volcánicas son sus aguas termales y en Chile vais a encontrar fuentes donde tomar el baño en muchos sitios. Nosotros elegimos el Tatio y Pucón para remojarnos en las piscinas de aguas calientes pero las hay en muchos otros sitios. Baños públicos y privados, pequeños manantiales y grandes piscinas... La diversidad es enorme. Una gran experiencia para toda la familia.
Dejarte aconsejar. Los consejos de los lugareños te ayudan a descubrir lugares que no estaban en tu proyecto rutero. Además te permiten conocer esos lugares de un modo especial. Así nos ocurrió con el Valle del Elqui: sus montañas y sus cielos. Pero sobre todo fue Gabriela Mistral quien nos enamoró. Su poesía, su amor por su tierra y por lo que hacía, ser maestra.
Una cabaña junto a un lago. Como hiciera H.D.Thoreau en Walden, nosotros buscábamos tener una pequeña cabaña junto a un lago y la encontramos en el Parque Nacional Huerquehue. Entre bosques de araucarias disfrutamos unos pocos días que ahora nos parecen una eternidad y navegamos en aquel pequeño lago con una barquita mientras observábamos los árboles que caducaban e iban tiñéndose de otoño.
En los viajes se quedan cosas pendientes. Hay lugares inaccesibles que quedan fuera de nuestro alcance por diversos motivos. En nuestro caso no pudimos viajar a Isla de Pascua por razones económicas y no pudimos recorrer Torres del Paine porque nuestros peques eran aún pequeños y, además, nos esperaba un ferri en Puerto Natales. Nos encantaría regresar a este parque nacional y, si no somos los cuatro, quizá nuestros hijos un dia recorran los senderos de su conocida "W".
Santiago dejo huella en nosotros pero, sin duda, fue la visita al Museo Histórico Nacional y la visión de los lentes del Presidente Allende una gran lección de historia. Conocer un poco más sobre este país, leer libros sobre los indios yaganes o los mapuches, conocer cómo fue la llegada de los españoles y de posteriores colonizadores y llegar hasta el siglo XX. Viajar en el tiempo y aprender del pasado. Por eso también queremos volver a Chile.
Alojarnos en pequeños hostales familiares y conocer a personas con quien estableces lazos imborrables. Compartir desayunos y sobremesas. Aprender de ellos y con ellos. Jugar con los juguetes de otros niños porque nosotros llevábamos muy poco equipaje. Poner nombre de persona a los lugares que visitamos: Iván, Nuri, Luis, Lucía, Cote, Rodrigo, Cristian, Patricio... Volver a encontrarnos sería un sueño fantástico.
Y, sin duda, el motivo más importante para volver, es tener tiempo para estar juntos sin condicionantes. Un día tras otro con todas sus horas: juntos. Sin prisas. Para poder escucharnos, para estar solos o estar juntos los cuatro. Las horas fluyen, los días pasan. Hay conflictos, pero también hay tiempo para resolverlos. Nada te condiciona. Somos nosotros en ese instante. El mayor lujo del viaje.
Nuestros recuerdos de Chile, nuestras 20 razones para volver o para viajar a Chile con nuestros hijos. Y hay además otros motivos más prácticos que te ayudarán a planificar tu visita al país andino: si quieres saber más puedes leer la estupenda descripción de Lola de Overseas en su "Pequeña guía para viajar a Chile con bebés y con niños". ¿Y tú, has estado ya allí? ¿Cuál ha sido tu experiencia en este país? ¿Estás pensando viajar hasta allí? ¿Por qué? Nos encantaría que lo compartieses con nosotros en este aniversario que estos días celebramos.
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