- Espere, por favor...
Una tierra de magia, de leyendas artúricas, donde la naturaleza invita a dejar volar la imaginación: eso es lo que descubrirás si viajas a la Bretaña francesa con niños
Esta es una región de contrastes entre las impresionantes playas salvajes y los bosques del interior, salpicada de pueblos de cuento y donde comer a base de crêpes y galettes. ¿Qué más se puede pedir?
Nosotros descubrimos la Bretaña francesa viajando en pareja allá por 2006. En julio de 2019 volvimos con nuestras hijas en una ruta por la Bretaña en autocaravana de dos semanas en las que disfrutamos a tope de uno de los destinos menos masificados de Francia, lo que le da aún más encanto si cabe convirtiendo a la Bretaña francesa es un destino ideal familias.
Más abajo encontrarás un práctico mapa con todos los planes recomendados.
La región francesa de Bretaña, una península ubicada en el extremo noroccidental del país, es una de las regiones más peculiares del país galo destacando por ser una región de contrastes:
El viento y las mareas, por un lado, caracterizan la amplia línea de costa, cuyas playas de arena cambian de aspecto según el momento del día; por otro lado, las abundantes lluvias permiten una exuberante naturaleza en su interior, donde destaca el Parque Natural de la Armórica, donde podríamos ubicar la famosa aldea gala de Astérix y Obélix.
Por su historia, posee una lengua propia de origen celta, que convive con el francés, especialmente en la parte del Finisterre, la Baja Bretaña.
Y es que, efectivamente, el pasado de esta región es celta, con una primera oleada que llegó a la región en el siglo IV y que llamó Armor (“Tierra asomada al mar”) y una segunda por el siglo V d. C., en la que los celtas emigraron desde Inglaterra y fundaron la Pequeña Bretaña, de donde deriva el nombre actual de la región.
De ese pasado céltico se conserva con orgullo la lengua, la toponimia, el patrimonio musical y algunos símbolos, como el triskell, una cruz de tres espirales que representan la tierra, el fuego y el aire.
Bretaña es también la fuente de inspiración de la mayoría de las leyendas artúricas: Merlín, Morgana, Arturo, los caballeros del Grial… todos ellos dejaron sus huellas en los bosques de Broceliande y Huelgoat y es algo mágico pasear por ellos y dejarse llevar por las leyendas que nos cuentan. Todo esto hace que viajar a Bretaña con niños sea un acierto seguro.
Nuestro primer alojamiento en Bretaña nos enamoró fue el Camping les Embruns. Toda una gozada con amplias parcelas, bungalows de diferentes diseños, piscinas con toboganes y climatizadas, zonas de juegos y deporte, una pequeña granja y, al mismo tiempo, de trato íntimo y familiar. Es ideal para conocer la costa sur de Bretaña, el Finisterre y disfrutar de las playas y pueblos con encanto de la zona: Carnac, península de Quiberon, Concarneau, Pont Aven o Rochefort en Terre.
Es un camping ciudad, de grandes dimensiones con unas instalaciones increíbles: pistas deportivas, restaurantes, piscinas que parecen un parque acuático. Una pasada. Podrías tener la tentación de no querer salir de allí.
Sin embargo, hay que hacerlo porque desde allí puedes pasear por la costa de granito rosa y la ciudad de Perros-Guirec. Y no a demasiada distancia está el Parque natural de Armórica, el bosque de Huelgoat o Dinan.
Ubicado en pleno centro de Rennes y cerca de la estación, esta es una opción ideal para visitar la capital de Bretaña con niños y los pueblos de alrededor.
El Hotel Kyriad Rennes dispone de habitaciones triples, cuádruples y gemelas, algunas de ellas adaptadas para personas con movilidad reducida. Su atractivo para familias radica, además, en su decoración temática en cada habitación -Star Wars, el Rey León, Tintín o el Hobbit- que harán la estancia más divertida.
Si preferís un alojamiento en plena naturaleza, ecosostenible y con zonas de juegos, desde donde descubrir destinos como el mítico bosque de Broceliande o el pueblo de Josselin, este hostel es vuestro destino.
El Auberge de Voyajoueurs es de un alojamiento donde los juegos son los protagonistas: más de 800 juegos -de mesa y de exterior- en este hotel particular, ideal para un viaje a Bretaña con niños.
PLANES EN LA BRETAÑA CON NIÑOS
No os podéis perder en vuestro viaje a Bretaña con niños estos dos destinos que enamoran a pequeños y grandes: menhires, dólmenes y otras construcciones prehistóricas que te transportan a un pasado tan lejano como apasionante. ¿Os imagináis hileras de menhires colocadas en una enorme explanada?
Impresionantes los menhires de Carnac. En el mapa sobre la Bretaña francesa que tienes más abajo te señalamos algunos otros. Nada como descubrirlos en su ubicación. También muy recomendable para saber más y preguntaros por su función y significado sobre estas construcciones megalíticas la visita al Museo de la Prehistoria de Carnac.
Estéis en el punto de la playa bretona que estéis, podréis encontrar un sendero costero que bordea toda la región, el célebre GR 34 o Sendero de los Aduaneros (Sentier del douaniers), que tiene más de 2000 km desde Mont Saint-Michel hasta Saint Nazaire y que está perfectamente señalizado y desbrozado. Este te permite descubrir preciosos paisajes de costa salvaje, calas solitarias y tranquilas donde bañarse en verano.
Una excursión por un bosque frondoso y verde es siempre un buen plan con niños, pero si a esto le añades una dosis de magia y una pizca de leyenda, entonces se convierte en el plan ideal. Descubrir las leyendas artúricas, la tumba de Merlín, la cueva donde Arturo se refugió en alguna de sus aventuras con los caballeros de la mesa redonda, la leyenda del gigante Gargantúa… todo esto es posible en los dos bosques más famosos de Bretaña: el bosque de Brocéliande y el bosque de Huelgoat.
Bretaña también es turismo rural de interior ¡y vaya si tiene pueblos bonitos! Algunos de ellos se encuentran entre los listados de los pueblos más bonitos de Francia, como Concarneau o Rochefort en Terre.
Pero como hay tantos gustos como colores, a nosotros nos enamoraron otros pueblos o ciudades pequeñas como Vitré, Dinan o Quimper, por donde pasear por sus callejuelas peatonales con casas de entramado de madera, por las que parece que no pasara el tiempo.
Sin olvidar la capital, Rennes, que conserva en muy buen estado el centro histórico con sus casas de entramado de madera, sus palacetes renacentistas, junto a partes más modernas y plazas llenas de terrazas y animación urbana. Pasear por las calles de estos pueblos es como viajar en el tiempo y transportarte a lugares de cuento.
Si a vuestros peques les gustan los castillos, en esta ruta de Bretaña con niños no os podéis perder algunos de los más impresionantes de Francia, como el Castillo de Fougères, una preciosa fortaleza medieval, entre los más imponentes castillos de Europa, ya que este pueblo se convirtió en un importante puesto militar y estratégico por estar en la frontera del reino de Francia y el ducado de Bretaña. A pocos kilómetros se encuentra también el precioso pueblo de Vitré, que también tiene un castillo espectacular.
Y otra referencia bretona imprescindible es el Castillo de Josselin, del siglo XI, quizá el más célebre de Bretaña, por el reflejo que deja sobre el río Oust.
La costa de granito rosa posee un encanto particular, especialmente al atardecer, cuando se aprecian mejor los tonos rosas de las rocas y su contraste con el azul del mar. Parece un paisaje de cartón piedra, pero no, es real. La presencia del sendero de los aduaneros favorece su recorrido.
Y además de las rocas, por la zona conviene no perderse el pueblo y las playas de Perros-Guirec, el Parc des sculptures Christian Gad et Daniel Chhé y el pueblecito de Ploumanc’h.
Las costas bretonas forman preciosos acantilados, como los de Cap Fréhel, la Pointe du Raz y la Pointe du Van la donde la vegetación contrasta con los colores grises y rojos de la roca, y el azul esmeralda del mar. Desde ellos se puede apreciar la la majestuosa fauna marina: cormoranes, delfines o focas grises.
Y un plan que no defrauda en un itinerario por Bretaña con niños es un recorrido en barco o velero por las costas bretonas, en el que disfrutar tanto del paisaje como de la fauna de estos parajes naturales.
¿Qué mejor manera de conocer la fauna marina que verla en vivo en alguno de los numerosos y excelentes acuarios de la Bretaña francesa? El Gran Aquarium puede ser el complemento perfecto a la visita a las murallas de la ciudad corsaria de Saint-Malo, con más de 6.000 especies de animales submarinos y donde incluso se puede pasar una noche entre tiburones.
Pero no es el único de la región: en Brest está Oceanópolis, todo un parque temático sobre el océano, con exposiciones, pabellones temáticos, exposiciones y más de un millar de especies en los 50 acuarios. En el Aquarium de Vannes podemos aprender a proteger las espeecies marinas. En el de Tregastel se pueden estudiar las mareas mientras se disfruta de una panorámica de la costa de granito rosa.
Si el mar es uno de los elementos básicos de la Bretaña, los bosques y sus árboles son otro. Y para disfrutar de ellos, un plan que triunfará en vuestra ruta por Bretaña con niños es una aventura entre árboles, con tirolinas adaptadas a todas las edades.
Hay muchas opciones de parques de aventura en plena naturaleza, como el Bonobo Parc de Quimper, con itinerarios por árboles de hasta 15 metros de altura; el Vivons Perchés, de la zona de la costa de granito rosa. También muy recomendable el Parque de Actividades del Lago de Trémelin, con juegos y actividades para todas las edades, inspirados en las leyendas artírucas y los cuentos de hadas.
Desde las glamurosas playas de Perros-Guirec o Saint-Maló a las escondidas calas del Finisterre, un viaje a Bretaña con niños no puede obviar un día de playa en la región con más kilómetros de costa de toda Francia.
Aunque Bretaña es conocida por su lluvia y días nublados, no es infrecuente en verano que haga días de buenos de playa. Nosotros en nuestras dos semanas de viaje pudimos bañarnos varios días -y solo nos llovió en dos ocasiones-. Eso sí, hay que tener en cuenta el horario de las mareas, sobre todo si vas a una cala escondida.
En las playas urbanas suele haber vigilantes e incluso banderitas que te señalan hacia dónde va la marea. Y -como consejo- haced como los de allí y no os acerquéis con la sombrilla demasiado a la orilla si veis que no hay nadie más por allí.
Algunas de las playas que más nos gustaron en nuestro viaje fueron las de Quiberon, las calas que descubríamos en nuestros paseos por el sendero litoral GR34 en Finisterre, las playas de la costa de granito rosa y Perros-Guirec, las de la bahía de Mont Saint Michel.
Todas ellas se caracterizan por su arena fina, aunque el agua está fresquita -especialmente en la costa sur- pero en un día de calor se agradece. Puedes consultar donde encontrar las mejores playas de la Bretaña con niños aquí y aquí.
Las crêpes y galettes son originarios de esta región. ¿Qué diferencia hay entre ellas? Son masas diferentes, puesto que las crepes se hacen con harina candeal y se preparan dulces mientras que las galettes se hacen con harina de trigo sarraceno y se preparan saladas.
Para nosotros poder tomar crêpes casi a cualquier hora del día es un sueño hecho realidad, y además, en nuestro viaje nos ha salvado más de una vez cuando se nos pasaba la hora de comer francesa, que es de 12 a 14 horas, y solo encontrábamos creperías abiertas, preparadas ya para las meriendas.
Pero la gastronomía francesa no se reduce a las crepes (aunque no sería un problema que lo fuera). No podéis dejar de probar los mejillones (les moules), las ostras, y acompañarlo de sidra bretona, alguna cerveza autóctona o el refresco de cola nacional: la Breiz cola 😉
Si bien el Mont Saint-Michel pertenece a la vecina Normandía, se encuentra en la misma frontera con Bretaña, tan solo separada de esta por el río Couesnon. Y es un destino que no suele faltar en ninguna ruta por Bretaña con niños. Esta abadía, dedicada al arcángel San Miguel y ubicada en lo alto de un promontorio en mitad de la bahía a la que da nombre, es considerada la “maravilla de occidente” y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1919, hace ya un siglo.
Uno de sus encantos es el juego que producen las mareas a su alrededor. Antes quedaba totalmente aislada cuando la marea subía, pero la construcción de una pasarela nos permite hoy visitarla en cualquier momento del día, si bien, el paisaje difiere mucho con marea alta o baja.
Merece la pena reservar para evitar colas y asegurar vuestra plaza reservando por anticipado la visita a la abadía de Mont Saint Michel. Incluso aunque haya mucha gente y esto pueda hacer perder encanto al lugar, pero es que es un sitio que se debe ver al menos una vez en la vida.
MAPA BRETAÑA CON NIÑOS
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Me encanta . Voy a copiar sitios pero habéis estado en Nantes. Porque queremos ir antes allí .