El sueño de una ruta viajera con nuestra hija por América (y 3)


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Antes que nada una precisión por si pudiera hacer falta.  La decisión de viajar fue nuestra y no obviamente de Lluna, de tres años. No pensamos ni pretendemos promulgar que un niño de esa edad o de otra cualquiera necesite de un lejano viaje a otro país o continente para ser feliz o para tener experiencias positivas y adecuadas a su desarrollo.

El equipo oficial al completo

Otra cosa es que una vivencia de estas características sí puede suponer una increible oportunidad para el aprendizaje de nuestros hijos y nosotros y de convertirse en un recuerdo imborrable del que una familia puede beber para siempre.

Nos lanzamos a un viaje de búsqueda donde el premio más inmediato y seguro era poder pasar durante meses largas horas con nuestra hija y verla crecer cada día, esa era para nosotros el primer objetivo. Como ella no eligió viajar y no lo necesita estrictamente y como nosotros somos sus padres y cuidadores la primera prioridad del viaje iba a ser su bienestar, buscar lugares y situaciones donde Lluna y toda la familia nos pudiéramos sentir cómodos en nuestro entorno físico y social y esto es especialmente importante para nosotros cuando se trata de un niño.

Normalmente en la actual sociedad urbana y post-indistrial, incluso en el ámbito más rural, nos cuesta encontrar tiempo para estar de forma relajada con nuestros hijos y nos cuesta encontrar espacios limpios y tranquilos donde ellos puedan moverse seguros y experimentar con su entorno, los olores y sabores, las texturas, hacer figuras de arena, subirse a un árbol, bañarse en un río o en una playa de aguas puras, ver a diferentes animales en su entorno y aprender a conocerlos estando a salvo de los autos y en general la contaminación y el ruido.

Es justamente poder disfrutar de todo esto lo que para nosotros como familia era la recompensa y no tanto el viaje en sí. De todas formas no pocas veces nos asaltaban algunos de esos miedos que pueden tener todos los padres: que nuestra hija se hiciera daño, que se pudiera extraviar en un mercado, que alguien pudiera raptarla, que pudiera enfermar gravemente....Nada de esto sucedió ni estuvo cerca, el bienestar de nuestra hija en los desplazamientos, en la comidas, en todo. Eso pasaba por delante de todo.

El sueño de una ruta viajera con nuestra hija por América (y 3)

Pero no nos pongamos transcendestes porque esto es una fiesta. Volvamos a nuestra pequeña gran aventura familiar: nuestra ruta por América. Todo estaba preparado, glups, así que por fin compramos un billete sólo de ida para Ecuador. Ya podíamos comunicar a todos los amigos y familiares nuestro plan de viaje ahora ya sin vuelta atrás. Y ahí tenemos que decir que tenemos suerte porque todo nuestro en torno tanto amigos como familiares casi en pleno nos apoyó y entendió desde el principio y los más escépticos se limitaron a callar; nos imaginamos que deberían pensar “y estos, donde van?. Dicen que la cabra tira al monte.

Más adelante, según pasaron las semanas durante el viaje y gracias a nuestro blog FamiliasenRuta, se nos veía tan bien todo el mundo y nosotros mismos también estuvimos más tranquilos. A lo mejor lo que estábamos haciendo sí tenía sentido...y mucho.

Llegó el momento de volar, empezaba nuestro viaje de duración indefinida. Nuestro vuelo era con Avianca y estaba fijado para el 29 de junio. Antes nos habíamos asegurado llamando a la embajada de que en este país sudamericano permite el ingreso con un boleto sólo de ida, cosa que desgraciadamente cada día hacen menos países. Como primera etapa pasamos nueve días en Quito que se nos hicieron un tanto largos. Estos días nos sirvieron para tomar el pulso a la capital del país donde acabábamos de aterrizar. En realidad el rugido de Quito era para nosotros un prólogo de nuestra principal razón para viajar a Ecuador: una estancia con una pasantía (periodo formativo) incluido sobre educación y crianza activa en Proyecto Integral León Dormido. Esta experiencia nos tomó casi un mes. El León Dormido, situado en la mitad del mundo, es una comunidad situada en la montañas de Tumbaco a (unos 40 km de Quito) promovido por Rebecca y Mauricio Wild heredero del mítico centro Pestalozzi (El Pesta). Conviviendo con otros padres así como con algunos maestros y educadores combinamos la formación en pedagogía activa impartida por los mismos Rebeca y Mauricio Wild con la asistencia de nuestra hija al centro educativo (llamado CEPA) de esta comunidad.

Después seguríamos viajando por Ecuador: Cotacachi y Otavalo (donde se nos unió temporalmente la abuela!), Canoa, Isla Corazón y el desengaño de Rio Muchacho en la costa del Pacífico.  Seguiría un voluntariado en familia en Finca Sarita donde saboreamos uno de los mejores chocolates artesanales del mundo para ir despúes al encuentro del encanto de Baños y una luego incursión cerca de Puyo, casi en esa selva que cada día está más lejos y es menos selva.

El sueño de una ruta viajera con nuestra hija por América (y 3)

Tras tres meses en Ecuador pasamos por Bogotá para seguir nuestra ruta nuevamente en avión hacía el norte camino a Centroamérica donde hicimos nuestra primera parada en Panamá y aprovechamos para conocer la Ciudad de Panama y su célebre canal, el Caribe de los kuna en las islas de San Blas, la apartada Península de Azuero. Boquete fue nuestro refugio y Bocas del Toro una cita ineludible en el caribe del norte panameño. Entramos a Costa Rica por el paso de Río Sereno habiendo conocido antes Cerro Punta, el pueblo más alto y posiblemente más europeo de Panamá.

En Costa Rica nos fuimos a ejercer nuevamente de voluntarios en familia en esta ocasión en Finca La Flor para ir después al encuentro del trópico más soleado y playero de Montezuma al sur de la península de Nicoya. La siguiente etapa fue Nicaragua. Allí descubrimos la puerta de San Juan del Sur, el misterio de la Isla de Ometepe y tuvimos una experiencia de turismo comunitario en San Ramón (Matagalpa) para después ir a pasar unas navidades en el Pacífico Norte en un lugar tan paradisiaco como Jiquilillo. Pasaban los meses y se vislumbraba el final del viaje. Decidimos virar nuevamente al sur para regresar a Costa Rica en vez de seguir la ruta más al norte hasta México. Pero antes conocimos dos de las ciudades nicaragüenses con más personalidad de toda América: León y Granada, la Gran Sultana.

Nuestro último mes lo pasamos en el Caribe de Costa Rica, uno de los paises más biodiversos del planeta y más concretamente en Puerto Viejo. Fue un mes intenso, os podéis imaginar que pasó rápido.

CRECER VIAJANDO

Crianza en movimiento. Por tierra mar y aire. Viajar obliga a cargar solo con lo necesario y soltar lastres materiales y simbólicos. Nuestra hija inventaba nuevos juguetes con simples botellas de plástico vacías. Aprender a trepar a un árbol puede ser mejor que un parque temático en el que te gastas en tres días el sueldo de todo un mes.

Durante nuestra ruta hemos comprobado cómo cambia la perspectiva al viajar con una niña y cómo cambian nuestras preferencias y prioridades. Nos gustaba alojarnos preferentemente en lugares donde pudiéramos comprar la comida y cocinar nosotros. Hemos buscado el contacto del medio natural y el contacto humano relajado con comunidades más rurales. Andar descalzos sobre el suelo de madera, bañarse con estrellas de mar en pristinas aguas, saludar a los monos cada día, ver la cara de la luna y perderse buscando conchas en la orilla, dormir en una casa de madera de bambú, salir corriendo porque te pican las hormigas!… Nuevos acentos, sabores verdaderos: un coco acabado de abrir, una papaya, el dulce de caña, el pescado más fresco…

Hemos notado el calor de la gente cuando viajas en familia y procurado pasar estancias más largas en cada destino. La seguridad fue también para nosotros una preocupación. También fuimos especialmente vigilantes con la salud. Sin duda no existe el viaje sin riesgo y no pudimos ahorrarnos algún mal trago.

LA PACHAMAMA ESTÁ ENFERMA, UNA CONCIENCIA GLOBAL.

No creo que los europeos tengamos ninguna superioridad moral sobre nadie, pero es triste darse cuenta como en todas partes el sistema de vida occidental y  la globalización económica capitalista concentra la riqueza y siembra y perpetúa la pobreza. Como las luces de colores del capitalismo y el ruido de los televisiones penetran hasta en los hogares más humildes y extienden la religión del consumo.

Como la avaricia y el crecimiento económico a toda costa y la corrupción política destruyen las playas y los bosques más hermosos poniendo en riesgo la salud de sus habitantes. Los efectos del cambio climático se están haciendo visibles en todas partes. La Pachamama está enferma. Viajar con los ojos abiertos afirma la conciencia global sobre un planeta tan inmensamente bello y frágil como la Tierra, la casa de todos.

El sueño de una ruta viajera con nuestra hija por América (y 3)

En clave familiar. Para nosotros el balance final es muy favorable. Acertaron todos aquellos que nos decían que nuestra hija se iba a adaptar bien, se equivocaron los malagüeros. Encontramos muchos lugares de una belleza natural descomunal y gentes nobles que ha valido sobradamente la pena conocer y que han dejado su huella en nosotros. Algunos nos hacen notar que nuestra hija con el paso del tiempo apenas tendrá algún recuerdo fugaz. Es cierto, nos apena en parte pensarlo. Pero a su corta edad todas las impresiones marcan: ver nacer tortugas, perseguir a los monos bajo los árboles y llegar a arariciarles, comer mangos y maracuyás gustosos y radiantes como soles...

De otras culturas y formas de mirar la vida se aprende. ¿Por qué son siempre los más humildes los que más comparten y saben disfrutar de lo poco que tienen?. Escribir en FamiliasenRuta fue la mejor excusa para acercarnos a conocer difrerentes proyectos educativos que encontramos por el camino (escuelas oficiales y alternativas) así como a madres para que nos hablaran de la crianza de sus hijos.

La exhuberancia, vitalidad y el tempo del trópico son contagiosos. Pura Vida!, saludan en Costa Rica. Hay todo un mundo ahí afuera digno de ser descubierto por cada uno, a pesar de que el mundo esté loco, tal vez hasta por eso. A todos los padres que tengan en la cabeza la idea de viajar por un corto o amplio espacio de tiempo con sus hijos les animamos a planificarla para hacerla posible, a fijar una fecha de salida y buscar recursos y otras experiencias que puedan ayudar a definir la propia.

Para nosotros este sueño ya fue. Está ahí dentro, en nuestro corazón para siempre. Nuestras retinas todavía retienen la luz de tanta vida, el reflejo de tantos colores. Nuestros oidos la cadencia de tantos acentos, nuestro olfato la explosión de tantos sabores diferentes. Ese recuerdo palpitante de tantos momentos ya forma parte de nuestra vida.

Fue precioso. Sí. ¿Y ahora qué?. Sigue la vida, sigue la ruta.

 

 

 

 

 

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